Capítulo 3

115 11 0
                                    

Era bien sabido por parte de la sociedad que, dentro de la vida escolar, era casi religioso el asistir a festivales de verano junto a tus compañeros a disfrutar de la juventud, y Baji no era la excepción a la regla.

Había acordado encontrarse en la estación más cercana para ver el festival y los fuegos artificiales con sus amigos, que a pesar de que habían salido un año antes de Keisuke, asistían con el único que se había quedado atrás, con la excusa de que aún se encontraba en su último año escolar y que no debían desaprovecharlo.

Todo era risa en cuanto se encontraron en la salida B2, que era más cercana al parque, cuando el familiar aroma a vainilla había llegado a sus fosas nasales. Cosa que no había sido ajeno tampoco a sus amigos, la mayoría alfas.

No fue sorpresa para él encontrarse con esa silueta similar a un bulto el cual destacaba por lo claro de su cabello, el mismo que le era familiar a Baji, y el mismo que alguna vez lanzó una que otra porquería para mancharlo.

— ¿Huelen eso? — un rubio alto con parte de su cabeza rapada había sido el primero en prestar atención a lo que sucedía. — huele muy bien…

— De hecho, si. ¿Qué hace un omega exponiéndose de esa manera? — le secundó otro chico de cabello corto, que compartía el mismo tatuaje que el primero.

— Mh, adelantense, antes de que caigan en los encantos de ese Omega. Yo los sigo al segundo — el pelinegro no dejó ni paso a las protestas de sus amigos cuando se comenzó a alejar rápidamente de ellos, abriéndose paso entre la multitud que ya se encontraba rodeando al omega.

Temblaba tan notoriamente, más cuando se pronunció a su lado. Sabía que le reconocería, y sintió satisfacción al ver su reacción.

Los ojos de Chifuyu estaban llorosos, abiertos del pánico que recorría en él, pero, eso y el aroma que emitía lograban que Baji ignorará cualquier tipo de ayuda que este estuviese pidiendo con la mirada.

—Ponte de pie y camina — era poca la cordura que le quedaba al sentirse mareado por las feromonas, aún así, se aferró a su fuerza de voluntad para caminar y salir de ahí lo más rápido que podía.

Pero la pregunta era, ¿Dónde lo llevaría? Por el festival, las calles de esa zona se encontraban concurridas hasta más no poder. No podían simplemente quedarse en un parque a que todo pasara, y no era tan malo como para dejar al pobre chico a su suerte a ser violado quizás por cuánto alfa se encontrará por ahí.

Si alguien lo tomaría, sería el mismo.

Su mente ya le traicionaba y poco a poco comenzaba a dejar de pensar con claridad. El aroma a vainilla se hacía cada vez más fuerte en su nariz, casi sin dejarlo respirar. Lo único que lo mantenía cuerdo, eran los sollozos y sonidos lastimosos que emitía el chico que cargaba.

—Ya cállate. Si hubieses sido más inteligente, no estarías en esta situación — replicaba apretando sus dientes en un intento desesperado por no perder la compostura.

Su vista se paseaba desesperadamente por todo el sector. Necesitaba un lugar donde resguardar al chico, y no había nada que ayudará, hasta que recordó algo que quizás en cualquier otro momento hubiese servido para nada.

Su amigo, llamado Draken, vivía en un burdel y para su suerte, conocía a alguna de las chicas que vivían ahí. Ni siquiera lo pensó por un segundo, cuando ya había comenzado a caminar a esa zona rápidamente.

— Cálmate, ya pronto estarás bien— intentaba inútilmente calmar a un Chifuyu que se encontraba presa del pánico, por lo que intentaba apurar sus pasos lo más rápido que pudiese.

— ¡Heeey! ¡Himikooo! — gritó con desesperación en cuanto estuvo en la puerta del burdel, sin importarle los clientes y trabajadores del lugar.

La llamada Himiko se levantó de las piernas de un tipo asalariado en cuanto escuchó su nombre. Si bien se podía decir, ella era amiga de Baji. La misma con la de más de alguna vez habían compartido cama, y así, entre conversaciones de alcoba, habían llegado a conocerse lo suficiente como para forjar una bonita amistad.

—Kei-chan, ¿Y ese chico? — estaba impresionada al ver cómo su amigo cargaba con el omega y aún podía comportarse con normalidad — pobre bebé…

— Si, si. No es tiempo de sentir lástima por él. ¿Me puedes prestar una habitación para ponerlo a salvo?

No hubo nada más que decir; ni siquiera pensó en las protestas del anfitrión del lugar para cuando Himiko se aferró al brazo libre de Chifuyu para llevarlo rumbo a la habitación más cercana. Ella sabía, y conocía muy bien cómo era el celo de un Omega y lo cuan terrible que podía ser. A pesar de ser ella una beta, muchas veces había socorrido a más de una de sus compañeras omegas, por lo que no podía hacer la vista gorda en una situación como esta.

— Quédense aquí, iré a preguntarle a Mari-chan si tiene algún supresor que le sobre, ¿Si? — salió rápidamente de la habitación, dejando ahí a un abatido Baji y a un agitado y asustado Chifuyu sobre la cama.

Vanilla (fic omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora