Capitulo 2

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Keisuke Baji había dado como alfa en su prueba de género en la secundaria, y solo bastó que en esa simple hoja médica estuviese escrito eso, para que Baji de un momento a otro se ganará el cielo.

El respeto por parte de sus compañeros no se hizo esperar, coronándose como el "rey" de la clase en sus tres años de secundaria en una escuela media que se encontraba cerca del puerto de Yokohama. Todo se le daba metafóricamente en bandeja de plata, por lo que no fue sorpresa para nadie que, a pesar de no ser el mejor alumno de su escuela, acabará entrando en la mejor escuela de Tokyo.

La reputación de Baji circulaba por los pasillos,  fuese para bien o para mal. Unos lo odiaban por ser el alfa más engreído del lugar, otros lo amaban por ser un alfa genial. A temprana edad su vida sexual había comenzado, llevando a su cama más de una que otra chica o chico según como estuviera su estado de ánimo. Pero, ¿Quién no quería tener al magnífico Keisuke Baji entre sus piernas? Pensaban algunos, otros, ya sea por simple envidia u odio, no soportaban ni  su presencia.

No era solo conocido por ser un casanova de primera, si no que también lo era por las innumerables veces que se enfrentó con sus senpais a golpes fuera o dentro del recinto. Hasta había peleado con chicos de otras escuelas, e incluso universidades, contaban los más extasiados con sus hazañas. Las mismas que lo llevaron a reprobar un año por haber sido encontrado fumando a las afueras de un combini luego de una pelea, llevando aún el uniforme de la escuela puesto.

Este hecho causó un debate acalorado entre los profesores, los cuales discutían qué tan peligroso para el prestigio de la escuela era tener un alfa de esas características. Finalmente ganó, no lo problemático que era, si no que el hecho de que ese chico, era un alfa. Y vaya que para bien o para mal, tener chicos de ese género sí que daba prestigio a la escuela.

Luego de una vaga advertencia, Keisuke Baji retomó su vida escolar con normalidad. Aunque no demoró en volver a las malas andanzas, las cuales tanto maestros como el mismo director, hacían la vista gorda, excusándose con que ya pronto se graduará.

Baji había vuelto a ser el qué hablar de la escuela. Había enfrentado a sus kohais más de una oportunidad, o los volvía sus "subordinados" de ser necesario. Muchos lo amaban, con excepción de algunos pocos.

Entre esos pocos...se encontraba Chifuyu.

¿Cómo era que alguien como Keisuke Baji y él, se encontrarán en la misma escuela? Chifuyu había dado todo de sí para poder entrar, intentando quitar el dicho de que los omegas solo servían para procrear. Quería ser alguien en la vida más que un simple amo de casa que esperara por su alfa mientras veía a los niños. Él quería ser algo más grande. Llamaba su atención la mecánica, pero no una simple, quería trabajar con aviones y de ser probable, poder pilotear uno. Este sentimiento de verse libre en el aire le había llevado a comerse la cabeza con libros; leyendo y releyendo uno tras otros con tal de pasar la prueba de admisión de la preparatoria, cosa que había logrado...y cosa que le daba coraje pensar que Keisuke Baji había dormido cómodamente todas las noches que él había tenido en vela.

Más ahora, después del incidente en el baño, le era más notoria su presencia, viéndolo fuera del salón que se encontraba a unas cuantas puertas del de Chifuyu, o en el comedor a la hora del almuerzo. Le odiaba con todas sus fuerzas, y mientras prestaba atención en clase y anotaba todo lo que podía, fantaseaba con lo satisfactorio que sería graduarse antes que el idiota de Baji.

Parte del año escolar había pasado sin previo aviso y junto con ello, las vacaciones de verano estaban ya a la vuelta de la esquina. Lo casi solitario que se encontraba Chifuyu continúo igual, al mismo tiempo que el bullying que recibía sin descanso por parte de los mismo de siempre, entre estos, el maldito Baji. Aún así, intentaba no darle mucha importancia. Pronto tendría unos meses de relajo, y tal como habían llegado las vacaciones de verano, pronto llegaría el invierno y sin pensarlo, quizás hasta la primavera dónde dejaría esa apestosa vida escolar. Todo eso lo incentivaba a seguir adelante.

Por el momento, se sentía aliviado por el verano. Serían unos meses maravillosos sin que nadie le lanzará agua o cualquier estupidez con la excusa de que sus feromonas molestaban. Estaría en paz en casa, estudiando para la universidad a la que quería postular, la única que tenía ingeniería en mecánica que tanto anhelaba estudiar. Sentía como el aire pasaba sin problema alguno por sus pulmones cada día que pasaba.

Chifuyu había vuelto a ser feliz una vez estuvo libre de todo bravucón y comentario mal intencionado. Se sentía libre, se sentía pleno en su cama mientras leía un manga para pasar el rato de descanso de su estudio. Los pocos amigos que le habían quedado le llamaban con regularidad, y hasta salían de vez en cuando siempre que el rubio tuviera su dosis de supresores controlada.

Sus celos tomaban regularidad, y eran casi siempre dentro de los mismos días, por lo que no volvió a tener otro inconveniente como el de los vestidores...hasta mediados de agosto.

Confiado. Eso era lo que había sido Chifuyu el día que, tal como lo habían planeado con sus únicos 2 amigos, irían al festival que se encontraba en un parque en una zona de la ciudad. Su celo del mes de agosto ya se había manifestado, por lo que, inocente y torpemente, se cruzó por su cabeza que no sería necesario llevar los supresores consigo.

—Estoy en la salida...B2. aquí los espero — notificaba por teléfono a su amigo, mientras miraba el letrero frente a él. — aquí los espero…

Fue lo último que dijo antes de que ese conocido mareo y calor recorrieran su cuerpo casi de golpe. ¿Era posible que tuviera tanta mala suerte? Pensó. Pensamiento que había sido una estupidez tener, porque sí, su mala suerte no había llegado ni a la mitad.

La mirada de las personas ahí poco a poco comenzaron a caer en Chifuyu, logrando que su cuerpo solo sintiera miedo, el mismo que le hacía tocarse los bolsillos de sus pantalones como si milagrosamente ahí hubiese algún supresor que le ayudará en ese momento.

Quería huir, quería correr lejos con todas fuerzas, pero eso era imposible. Antes de que las personas comenzarán a acercarse, las temblorosas piernas de Chifuyu le habían traicionado, haciéndolo caer al suelo, recogiendo sus piernas hasta abrazarlas, apoyando su cabeza en estas mientras un único pensamiento recorría su mente: no sé acerquen, no me vean.

¿Cuándo era que llegarían Takemichi y Hinata? Se preguntaba ya no solo por el fastidio de esperar, si no por lo desesperado que se encontraba de recibir ayuda de las personas que no le habían dado la espalda.

Respiraba entre cortado, inflando su pecho y soltando el aire con dificultad. Todo hasta que una mano se posó sobre su hombro.

— Hey, gatito, ¿Estás bien? — solo esa pregunta, esa pregunta que sabía venía con dobles intenciones le bastaron para tensarse aún más. Sabía de quién provenía esa voz, y así podía confirmar, que tan jodida era su suerte en ese momento.

Vanilla (fic omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora