3. Una noche de pasión.

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{ PELIGROSA PASIÓN
CAPÍTULO TRES
"Una noche de pasión" }

Ya había pasado un rato en aquel bar. Isabel sentía la tensión de aquel hombre, Ethan. Así que cuando estaba en el lujoso baño del bar, aprovechó la privacidad y dando vueltas por este, se lo confesó a su mejor amiga—. Creo que se quiere acostar conmigo —dijo un poco nerviosa.

Valentina la observó y soltó una risa—. ¿Crees? —Ella estaba segura de lo que su mejor amiga había causado en Ethan, y las palabras de Isabel, quien aparentemente no estaba segura de lo que ocurría y solo "creía", le causó gracia.

Aquella pregunta indirecta pero clara, había causado más frustración en la rubia, quien soltó un pequeño grito desesperado—. ¿Qué hago? —le preguntó llena de dudas.

La pelinegra tomó a Isabel por los hombres y respiró profundo, buscando que la chica de ojos ámbar, la imitara.

—Supongo que si tu prometido te engañó, no con cualquier persona, con tu mamá —recalcó aquel hecho—. Tienes mucho tiempo sin tener sexo, estás pasando por una situación difícil, necesitas desestresarte... —continuó la pelinegra—. Necesitas liberar endorfinas, necesitas sexo —concluyó finalmente, mientras se encogía de hombros y regresaba al espejo a retocarse el labial, dejando a una Isabel pensativa.

Pasaron algunos segundos, antes de que la rubia hablara de nuevo—. No lo sé... Siempre te dije mi opinión acerca de tu novio, y que tenga sexo casual con su mejor amigo... Quizás los dos están en el mismo camino... Es muy peligroso y —pero ante las suposiciones de Isabel, Valentina la interrumpió.

—Lo acabas de decir, solo es sexo casual. No es como si sus vidas se van a unir para siempre —ante las palabras de su mejor amiga, Isabel sabía menos qué debía hacer. Si divertirse o evitar cualquier contacto con ese hombre—. No tienes ganas —le preguntó la pelinegra con una sonrisa coqueta.

Isabel rió a medias por la cara de su amiga—. Nunca haría esto solo para vengarme de él —dijo refiriéndose a Max. —No vale la pena —dijo con el entrecejo fruncido.

—No tienes que hacerlo para vengarte de él —aclaró la pelinegra. —Pero no fue eso lo que pregunté, ¿Quieres?.

[...]

Bailaban a un ritmo lento, pero con roces peligrosos. Isabel sentía cómo la respiración de Ethan acariciaba levemente su cabello, mientras sus cuerpos eran acariciados por el sudor del perfume del otro.

La rubia dejó caer su cabeza en el pecho del imponente hombre, mientras acariciaba su rostro y nuca de vez en cuando.

Las manos del pelinegro estaban en su cintura, de vez en cuando bajaban y subían, pero no pasaban de la cintura, a pesar de que la cadera de Isabel rozaba sus muslos ligeramente, debido a la diferencia de altura. Ethan era tres cabezas más alto que la rubia, con tacones, claro, lo que la hacía sentirse pequeña.

A Isabel le parecía interesante que no la tocara de manera inapropiada, no le dijera nada acerca de sexo, o le coqueteara de manera clara, no esperaba eso de un hombre que conociera en un bar.

Esa era una de las cosas que confundían de alguna manera a Isabel, porque entonces Ethan no le dejaba muy en claro sus intenciones.

Lo primero que la rubia pensó antes de salir del baño fue que aquel hombre le tocaría el trasero y la llevaría al baño a tener sexo.

Peligrosa Pasión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora