{ PELIGROSA PASIÓN
CAPÍTULO CUATRO
"¿Locura o pasión?" }Después de aquella noche. Había pasado una semana, y el cerebro de Isabel no generaba los mejores pensamientos.
Ahí estaba... Aquella rubia con el cabello despeinado, sentada en un hospital esperando miles de resultados, de miles de análisis.
Estaba espantada. Nunca había tenido sexo con otro hombre. Y se aterrorizaba ante el recuerdo de que se habían olvidado de los preservativos.
Bien por ahí dicen: "Sin globos no hay fiestas".
Y ahora Isabel sufría mentalmente la realidad de aquella frase.
Durante las siete noches no durmió, más bien imaginó el rumbo que tomaría su vida ante miles de posibilidades.
¿Qué tal si estuviese contagiada de una enfermedad sexual? Entonces la mujer desdichada de ojos color ámbar, adoptaría gatos y moriría con ellos.
Ella no sería capaz de seguir la vida como si nada. Contagiando personas, ilusionando y rompiendo corazones, porque eso es lo que pasaría... No condenaría a alguien a una enfermedad, ni ante lo más remotos sentimientos.
¿Y si se tratara de un embarazo? Entonces le informaría rápidamente a aquel hombre de aquello. Pero en caso de un rotundo rechazo, se alejaría para siempre sin remedio, y lo criaría sola, valor no le faltaba.
Pero a pesar de haber buscado miles de soluciones ante diferentes posibilidades, los nervios de Isabel se asemejaron a la altura del Monte Everest, cuando fue llamada para que entrara al consultorio.
Cuando entró a aquel consultorio, lo primero que trató de analizar era la manera en la que se mostraba aquella doctora.
Si la notaba tensa era porque malas noticias se aproximaban.
Pero no, no pudo notar nada. Ahí estaba la doctora, invitándola a sentarse con una cara totalmente neutra.
—Bien, Isabel, ¿Estás lista? —le preguntó a aquella mujer que estaba hecha un manojo de nervios, mientras veía como aquel sobre era abierto lentamente.
—No lo sé —respondió sin poder evitar mover sus pies debajo de la mesa.
La joven doctora observó meticulosamente aquel documento, incluso se tomó un par de minutos para analizarlo varias veces, y luego, levantó la cabeza y observó a la delgada mujer.
—Está usted completamente sana y sin señales de embarazo —aquellas palabras ataron al alma de Isabel a su cuerpo.
—¿L-Lo estoy? —preguntó sorprendida, feliz, e incluso un poco incrédula.
—Lo estás —aseguró la doctora soltando una pequeña carcajada, pues aquel comportamiento de la editora se asemejaba al de una niña ante una piñata.
Isabel se levantó tan feliz de su asiento que fue y abrazó eufóricamente a la doctora, mientras gritaba: —. ¡Y no más noches alocadas!.
Para cuando Isabel salió de aquel consultorio, condujo su auto con una música a todo volumen, cantó, disfrutó, incluso, salía de su auto para ayudar a las personas a cruzar la calle.
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Peligrosa Pasión ©
RomantiekEthan Spencer... Tan sólo su nombre representaba peligro. El mafioso más respetado de Los Ángeles, se topa con Isabel Harrison en un bar, aquella mujer contaba con ser todo a lo que Ethan no estaba acostumbrado, culta, seria y fría, pero de a...