Conoce a Brian, seguramente en dos días, todo su enojo se esfumaría.
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No fueron dos días.
Le dio todo el tiempo posible para que hubiese algún cambio en su actitud, que actuara más apacible con él.
¡Pero no colaboraba!
En los entrenamientos solían practicar juntos, lo cambió por Luka.
A la hora de comer, sea en cualquiera de los tres momentos en el día, mínimamente algo de interacción tenían; ya sea sentándose juntos o esperando al otro con el desayuno. Ahora no, en cada momento se adelantaba pareciendo completamente seguro de hacerle la ley del hielo.
Maestro incluso pensó en la posibilidad de hablar con su novio en el cuarto, pero de la noche a la mañana, Valentín volvió allá cómo si no hubiese sido él quién le alentaba a arreglar el quilombo.
Pero el alfa no se preocupaba, se mentalizó (después de una larga charla con Giay, quién le contó su propia experiencia con el bostero) que llegó la hora en el que arreglarían todo.
Sea por las buenas o por las malas.
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Gracias a Maradona que hoy era sábado, y eso, tenía sus ventajas.
La primera era sencilla, su entrenamiento únicamente es en la mañana, permitiendo tener el resto del día libre para holgazanear cómo todo merecido campeón del mundo.
La segunda, sin embargo, era la más interesante. Gracias a que habían varios tórtolos en el grupo, los trueques que hacían entre los compañeros de cuarto para permitirse al menos dos días en conjunto con su pareja, le permitía a Puch estar en la misma habitación que Brian sin que este pudiese continuar ignorándolo.
Y más vale que fuese así porque todo ese jueguito estaba sacándolo de sus estribos.
Por favor, ¿Alguien entendía su posición? Pertenecen al otro desde hace años, y encima siempre fueron amorosos sin algún pudor de por medio. No había peor castigo para él que tener a su omega cerca y no poder siquiera besarlo.
