CAPITULO 1

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Siempre a las 6 y pico de la tarde el sol suele ganar densidad y se oculta en las aguas de la Ciénega grande del municipio, su forma y color a mandarina es sumergida en dicha línea acuática, llevándose junto con ella la poca luz que queda en el día.

A la misma hora, unos golpes estruendosos se escuchan en un barrio popular de aquel municipio caluroso. Varios vecinos se preguntan de donde vendrán y a que se deben semejantes golpes tan fuertes.

Unas 6 personas salen de sus casas para ver que está sucediendo. Se sorprenden al ver que un grupo de oficiales de la policía, alrededor de unos ocho, distribuidos en una patrulla y tres motorizadas, están irrumpiendo y allanando una de las casas más lujosas y ostentosas del barrio. Pero lo que les sorprende no es el allanamiento en sí, lo que en verdad les causa conmoción es la casa a la cual los oficiales están abriendo a la fuerza para ingresar. Pues aquella vivienda se trata de la casa cural, el hogar donde reside el padre Armando. Muy conocido en el municipio, ya que es el cura de la Iglesia El Buen Pastor, una de las más visitadas en el municipio por su buena ambientación y locación. Muy concurrida también por el carisma del padre Armando, quien con su personalidad de buen samaritano, de amigo íntimo familiar; se ha ganado la confianza, el aprecio y cariño de muchos habitantes del municipio.

— Oigan ¿Qué creen que hacen? — Pregunta de manera regañona, una señora de unos 68 años.

— No se acerque doña. - Le responde uno de los oficiales del allanamiento. — Tenemos una orden de la fiscalía para ingresar en la casa cural, debido a sospechas de que un niño de 9 años está secuestrado allí.

Los golpes eran cada vez más fuertes, pues la puerta para ingresar a la vivienda era de esas con múltiples seguros para evitar el ingreso de ladrones

— Eso es imposible, esa es la casa del Padre Armando. — Musitó la anciana.

— Lo sabemos, pero de igual manera tenemos una orden. Y lo más probable es que el responsable y autor del secuestro sea el padre.

— Se están equivocando, El padre Armando jamás haría eso, él es una buena persona entregada a Dio...

Se escucha un último golpe tan fuerte que muchas de las personas que estaban allí chismoseando, se sobre saltaron de repente por el estruendo. La puerta de la casa cural se hallaba tirada en el piso y cinco oficiales ingresaron mientras los otros tres esperaban y custodiaban la entrada.

Un sujeto de unos 38 a 40 años, vestido con unos zapatos clásicos negros, un jean marrón oscuro y una camisa americana; Estaba ingresando a la casa, cuando uno de los oficiales lo detuvo justo en el umbral de la entrada, reclamándole que no podía ingresar, que estaban haciendo un allanamiento debido a un posible secuestro.

— Tengo permiso para ingresar en la casa - Dijo el sujeto mientras sacaba del bolsillo izquierdo una licencia de Investigador y se la mostraba a un oficial demasiado bajo y delgado para estar dentro de la policía y más en un operativo tan importante como ese. — Soy Investigador privado de una oficina.

El oficial ignoró que este le mostrara la licencia.

— Pero igual necesita un permiso exclusivo parta ingresar. — Expresó el Oficial, subiendo su voz a un tono más agresivo y autoritario.

— Déjelo ingresar — Expresó el detective de la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional (DIJIN), Carlos Agudelo. Un hombre de 53 años de edad, con una apariencia demasiado vieja para los años que tenía encima; una barriga que demostraba que estaba empezando a ingresar en el mundo del sobre peso y el sedentarismo; unas patas de gallo en sus ojos y el cabello ya tenía líneas blancas y grises por los lados de las patillas.

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