CAPITULO 3

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El tiempo que le restaba en el municipio pasó volando. Ya había empacado todo e incluso había comprado el tiquete de avión. Miraba con tristeza aquel municipio, aquella tierra en la cual había empezado a trabajar desde hace par años. De ida al aeropuerto miraba a través de la venta del taxi las calle que había caminado, los parques en los cuales había tenido citas fallidas con amores frustrados. También había visualizado la iglesia Buen Pastor y al hacerlo recordó la cara del padre Armando cuando le dijo aquellas palabras asquerosas y horrorosas en la interrogación. Un sentimiento de impotencia le recorrió por todo el cuerpo, desde la punta de su cabello hasta la planta de sus pies. Pensó en cuantos niños habían sido abusados en esa iglesia por el mismo sujeto que días antes él había apalizado.

Al llegar al aeropuerto, tras bajar del taxi. Notó que Carlos lo esperaba en la entrada con las manos dentro de los bolsillos del pantalón.

— Supe todo lo que ocurrió, Lo lamento — musitó Carlos

— Gracias por venir a despedirte — le respondió Axel con una mirada de lastima — supongo que mis días como investigador privado de este municipio terminaron.

— Trata de verlo de otra forma. Quizás un descanso o unas vacaciones no te irían mal, puedes ir a visitar a tu familia o algo.

— Mi familia y yo no nos hablamos. No sé de ellos en años. La última vez que nos vimos fue en el sepelio de mi hermana.

— ¿Puedo saber por qué no te hablas con tu familia? - preguntó Carlos.

— Pues fíjate la ironía de la vida - Suspiró Axel — El motivo es similar a este caso. Pero ahora no quiero hablar de eso, quizás en un futuro te lo cuente.

La voz de una señora se escuchó por unos altavoces — Ultimo llamado, el vuelo a Bogotá está a punto de despegar — Axel miró su reloj y se apresuró a subir al avión, no sin antes despedirse de Carlos con un largo apretón de manos que luego se convirtió en un abrazo de hermano.

Ya dentro del avión, el sueño le ganó al investigador Axel tanto que quedó profundamente dormido hasta que el avión aterrizó en la capital del país y tomó el otro vuelo directo a Leticia. En este viaje pensó mucho en su familia y la razón por la cual no se hablaba con ellos. Esto le generó disgusto, pues había un recuerdo del cual él quería olvidarse por completo, era un recuerdo relacionado a su pasado con su familia, un suceso traumático que generó el comportamiento hostil y repulsivo del investigador a temas religiosos.

Axel Walls, había roto conexiones con su familia a los 23 años de edad. Se había independizado completamente, trabajó durante 3 años entre los 21 y 24 años de edad, en una de las arroceras de su municipio. Con este empelo, logró recaudar una buena cantidad de dinero con la cual se financió y pagó su carrera universitaria de criminología en la Universidad Libre en Bogotá. Pero el solo no fue quien se financió la carrera, también le sirvió de mucha ayuda una beca la cual el gobierno estuvo obsequiando como premio a los mejores estudiantes de bachillerato del país. Las becas iban desde beneficios por desplazamiento, víctimas del conflicto armado, etnias, afros, discapacitados y mejores desempeños académicos. Axel solo podía aspirar en esta última pues su apellido, nombre y apariencia no figuraban para aspirar por los beneficios de etnias y afros. Mucho menos era posible por los demás.

Se graduó a los 29 años con honores y de forma inmediata obtuvo su empleo en la Oficina de investigación privada (OIPC) La cual era una empresa que estaba en pleno crecimiento tanto así, que había empezado a colaborar con la DIJIN en casos sumamente complicados a los cuales la misma DIJIN no podía resolver. La OIPC tenía 2 sedes, una en Bogotá (la sucursal principal) y otra en Medellín. Con el pasó de los años se expandió, abriendo sucursales en Barranquilla, Cali, Cartagena, Leticia; y una pequeña oficina en el municipio de Axel. La cual se abrió por petición de él, para los pequeños casos que la misma policía no podía resolver. Y ahí estuvo desempeñando su trabajo desde los 36 años hasta su edad actual.

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