A medida que Adam y Hades profundizaban en su relación, el deseo carnal crecía en sus corazones. Adam, embarazado de Hades gracias a los poderes divinos, se sentía lleno de vida y sensualidad. Anhelaba el tacto de su marido, susurros de amor y caricias en cada rincón de su cuerpo.
Sin embargo, la sociedad celestial y terrenal no comprendían ni aceptaban la unión prohibida entre un hombre mortal y un dios del inframundo. Las dudas y temores comenzaron a acechar a Adam, quien se preguntaba si su amor sería suficiente para superar todos los obstáculos.