CAPÍTULO UNO: MI VIDA ERA ÉL

5 1 0
                                    


20 de marzo del 2023

El olor a café recién hecho llegó hasta mis fosas nasales y desperté. Agarré una camiseta de Lucas que me llegaba hasta los muslos y me levanté de la cama.

Bajé rápidamente las escaleras, abracé a Lucas por la espalda y sentí su sonrisa.

­­––Buenos días, enana dormilona ––dijo y me beso en la frente. Sonreí. Estar a su lado era lo más hermoso del mundo. La sensación de siempre sentirme protegida cuando estaba a su lado era inexplicable. Lucas me amaba con toda su alma y yo también a él.

––Hola ––suspiré, inhalando su olor a café mezclado con ese perfume que me derritió desde que la primera vez que pasó por mi lado.

––¿Tienes hambre? ––me preguntó con su sonrisa habitual. Siempre sonreía, aunque estuviese muy estresado o cansado. Decía que siempre tenía una sonrisa para mí.

Asentí y me separé de él.

––¿Tienes trabajo hasta tarde hoy?

Lucas era neurocirujano y algunas noches le tocaba amanecerse en el hospital. Siempre trabajaba mucho.

––No, de echo pensaba que podríamos hacer algo hoy ––murmuró, mientras me servía el café. Era increíble como Lucas sabia la cantidad exacta que me gustaba de café y lo dejaba como si yo misma lo hubiera preparado.

––Pues estamos de suerte porque mi padre me dejó libre hoy ¿te lo puedes creer? ––exclamé como si fuera todo un acontecimiento.

Lucas sonrió y negó con la cabeza.

––Tu padre te ama, Kayla ––dijo muy seguro.

––Ya lo sé, pero siempre parece ser tan exigente y taaan estricto ––suspiré.

Trabajaba para él en su empresa y según Lucas me iba muy bien.

––Solo quiere que lleves un buen camino, ahora no me preguntes por tu madre, esa señora no sé qué es lo que quiere de ti ––farfulló al decir esto último.

A Lucas jamás le ha caído bien mi madre, nunca. La mayoría de veces que mi madre y yo hemos discutido delante de él, Lucas se ha interpuesto para defenderme.

Poco le faltaba para prohibirme ver a mi madre, por Dios.

Aunque en cierto modo, su enfado estaba justificado. Mi madre siempre ha tratado de herir los sentimientos de todo el mundo y Lucas odiaba lo que ella siempre me decía. Llegó hasta el punto de decirle a mi madre que yo no me merecía ser su hija. No es que se quieran mucho, ya que estamos.

––Así es ella ––justifiqué. Me miró con mala cara y yo desvíe el tema––. Entonces ¿quedamos para esta noche?

–––Sí, esta noche cocinaré yo ––dijo y yo lo miré con una ceja enarcada––. Bueno, como todas las noches porque tú no sabes cocinar ni un huevo, pero ¿sabes qué? No me quejo. Creo que ese es el precio que hay que pagar para estar a tu lado y la verdad, no me importa.

Entrecerré los ojos hacia él y Lucas sonrió y me rodeó con sus brazos, besándome el cuello y la mejilla.

––Solo estoy bromeando, amor ––susurró en mi oído. Me estremecí y reí, alejándolo.

––Sabes que llegas tarde ¿verdad? ––enarqué una ceja. Lucas se alejó y abrió los ojos con terror.

––Mierda ––miró su hora en su reloj y empezó a caminar con desenfreno, recogiendo sus cosas. Yo solamente reía.

OTRA OPORTUNIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora