CAPÍTULO 2: LA CASA VACÍA

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15 de noviembre del 2021

Dios, era el hombre más apuesto que había visto en mi vida.

––Hey ––me llamó, pasándome una mano por los ojos––. ¿Estas bien?

Pestañeé rápidamente y me volví a centrar.

––Lo siento ––me disculpé y él sonrío, negando con la cabeza ––. ¿Qué me decías?

––Nada, que eres una chica bastante distraída ––se burló y me extendió su mano

derecha––. Mi nombre es Lucas Codman.

Tragué saliva y acepté su mano con una sonrisa.

––¿Y tú eres...?

Dios, ¿Qué demonios me pasaba ese día? Parecía una adolescente.

––Kayla Morrow ––dije, poniéndome roja hasta las orejas de la vergüenza.

––Es un bonito nombre y para recompensar que eche a perder tu batido de oreo, podríamos salir a pasear esta noche. ¿Qué te parece? ––propuso con una sonrisa encantadora.

Si, de hecho, así fue. Saliendo del salón de clases, este chico iba pasando a toda velocidad y chocó conmigo, haciendo que mi batido cayera al piso y se echara a perder.

––Bueno, si me dices porque estabas tan apurado talvez acepte ––me arrepentí al segundo después de decir eso porque, primero ¿Qué le importaba a él si yo aceptara o no? Y segundo ¿Por qué zanahorias me metía yo en su vida? Que idiota era yo a veces, la verdad ––. Quiero decir, no es que te estuviera obligando, no, para nada. Pero, es mera curiosi...

––Okey, okey. Oye ¿a cuantas revoluciones hablas tú por minuto? A lo mejor no debí darte cuerda, porque hace un minuto estabas muy callada ––se cruzó de brazos.

––Si te parece mal...

––No, no es que me parezca mal, sino es que parecías muy tímida y ahora... estas

desatada ––susurró esto último en mi oído.

Oh, por Dios. Oh, por Dios. ¿este chico me estaba coqueteando?

––Deberías alejarte ––advertí con la respiración entrecortada.

––Estaba apurado porque estoy en mis exámenes finales y voy llegando tarde porque... bueno, porque ayer me quedé hasta altas horas de la noche haciendo lo que no debía y hoy me he levantado tarde, muy, muy tarde.

Enarqué una ceja.

––¿Y qué haces aquí? Digo, si se puede saber.

Él se lo pensó un momento y se apoyó su cuerpo en la pared de mi casillero.

––Bueno, porque quiero asegurarme de que nos veamos esta tarde.

Rodé los ojos, a pesar de que no estaba nada mal salir con él esa tarde.

––Si te digo que si ¿te iras? ––cuestioné, cruzándome de brazos

––Tenlo por seguro ––respondió con una sonrisa enorme.

El color de sus ojos era lo que más llamaba mi atención, eran de un color avellana claro con unas motas amarillas alrededor de sus pupilas. Y su cabello era una maraña castaña despeinada.

––¿Me estas repasando con los ojos para ver si soy digno de salir contigo o simplemente te gusto? ––murmuró, lamiéndose los labios.

Resoplé y puse los ojos em blanco.

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