CAPÍTULO 4: TE ECHO DE MENOS

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10 de diciembre del 2021.

Él tiempo había pasado. Todo había cambiado.

Lucas y yo ya no éramos simples amigos que jugaban a no gustarse. Aunque al principio me resistí diciendo que era imposible que estuviésemos juntos y que nos conocíamos poco, no pude seguir con eso mucho más. Lucas era testarudo cuando quería.

––Estás distraída ––comentó mi perdición, sentado como quien no alborota hormonas ni bajara bragas a su paso. Siempre me pregunté si Lucas sabía que era guapo y tan intrigante.

––Sigo pensando en como llegamos a esto ––mascullé.

Lucas estaba sentado y yo acostada en sus piernas. Hace casi un mes ni siquiera sabia el significado de "vida amorosa" y ahora ese chico estaba ahí conmigo, diciéndome que podríamos salir ese sábado.

Lucas se acomodó mejor y me obligó a mirarlo.

––Kayla, dime la verdad. Y cuando te digo que me digas la verdad es que te dejes de ironías ¿quieres esto? ¿quieres intentarlo? ––declaró, mirándome con sus ojos. Esos ojazos que te hipnotizaban.

Era la primera vez que veía a Lucas nervioso y tan lleno de miedo ¿qué le pasaba? ¿en tan poco tiempo me había vuelto tan importante para él?

––Bueno, no fui yo la que te besé, Lucas. Así que esa pregunta deberías hacértela tú mismo ––murmuré, retorciéndome los dedos.

––Yo lo tengo claro ––afirmó con decisión.

Me crucé de brazos y me levanté para mirarlo.

––Yo también lo tengo claro, Lucas ––reafirmé como si de verdad lo tuviera claro.

Pero iba a lanzarme sin saber que había en el fondo.

––¿Y que es? ––inquirió, enarcando una ceja.

––Quiero intentarlo, aunque sepa que no va a funcionar y aún así querer salvarlo. Tirarme hasta al fondo del mar, pero agarrada de tu mano, teniendo por seguro que nos vas a soltarme, pero sabiendo nadar si lo haces. Porque puedo contigo también sin ti, Lucas. No quiero que pienses que te necesitaré para respirar si te vas o que serás todo en mi vida. Porque te puedo llegar a querer mucho, pero también quiero ser feliz ¿entiendes?

Lucas me miró y vi el brillo de sus ojos asomarse. De alguna manera lo que dije no le molestó, sino que lo enorgulleció.

––Yo también quiero intentarlo, porque se que funcionará. Porque nos tiraremos a ese mar lleno de sueños e ilusiones, quiero darte la confianza suficiente para que puedas jurar con los ojos cerrados que no te soltaré. Sé que no necesitas que nadie te salve, pero yo quiero hacerlo cuando sientas que no puedes más. Porque te quiero hacer feliz, Kayla.

No esperó más y me besó con todas sus ganas. Era inexplicable lo que Lucas me hacia sentir cuando me besaba, me sentía segura y protegida.

En ese momento no pensé que tal vez ese pudo haber sido el mejor día de mi vida. Siempre pensé que ese sería el día de mi graduación o cuando mi madre por fin me quisiera, pero Lucas me había regalado uno de los mejores besos de mi vida.

Tampoco es como si hubiera tenido muchos.

Lucas se separó de mí y sonrió.

––Y yo que pensaba que solo sabias decir comentarios fríos e hirientes ––murmuró cerca de mi oído.

Negué con la cabeza, sonriendo.

––Aún no has visto nada, Lucas.

Iba a replicar, porque siempre tenía algo que decir, pero mi celular sonó en mi bolsillo. No revisé quien llamaba y contesté.

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