01.- Ámbar

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—Esto debe ser un secreto, Draco– dijo Harry tomando el rostro del rubio entre sus manos y depositando un beso

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—Esto debe ser un secreto, Draco– dijo Harry tomando el rostro del rubio entre sus manos y depositando un beso. —Nadie confía en ti, tu padre es la mano derecha de Voldemort…



—Harry, a mí no me importan los demás. Solo tú… mientras tú creas en mí…



—No es tan fácil.– se alejó para mirarlo a los ojos. —Son mis amigos, los amo como si fueran familia.



—Está bien Harry, será un secreto mientras dure la guerra.



—Gracias, Draco… debo irme mis amigos me estarán buscando de seguro.



Harry se marchó corriendo mientras Draco soltaba un suspiro, debía regresar a las mazmorras, cuando lo vio atravesar cerca, era Cedric Diggory, al parecer iba apresurado. Debería quitarle puntos a ese Hufflepuff por andar vagando a esas horas.



Pero prefirió no hacerlo, él también había estado infringiendo las reglas, aunque era un Slytherin y no era que la justicia le importe mucho, es solo que estaba cansado, tanto física como mentalmente.



Amaba a Harry, tal vez desde niño, desde que supo que un bebé de un año había hecho desaparecer al Mago Oscuro más cruel de aquel tiempo.



Pero ahora, esa “relación” si es que se le podía llamar así, era todo, menos fácil. Por otra parte, ya era una constante en su vida, todo era difícil, para él. ¿Por qué variar en el amor?



Solo deseaba tener a alguien con quien hablar, poder hacer los deberes juntos, ir a la biblioteca, salir de paseo a Hogsmeade, caminar de la mano o simplemente descansar juntos mientras leían un libro, ¿Era eso mucho pedir?




—Hola.



—Diggory– Draco evito demostrar su sobresalto.



—¿Qué haces aquí?



—Mi ronda, soy prefecto, tú eres quien…



Con una brillante sonrisa el chico castaño le señaló su insignia, había olvidado que también Diggory era prefecto.



—¿Estás bien? Luces agotado.



—Deberías meterte en tus asuntos.



—Oh, mis asuntos no me estresan.– hizo un gesto con la mano para quitarle importancia.



Draco lo evadió, pero el castaño lo sujeto de la mano.



—No debes dar mucho, por algo que no te hace feliz.– volvió a regalarle una sonrisa y lo soltó. —Adiós, Draco.



Malfoy se quedó allí de pie con el semblante duro y el entrecejo fruncido, pero no lo siguió ni insistió, no quería pensar en la posibilidad de que Diggory supiera la miserable situación en la que estaba su relación.

En el Tiempo de los Cerezos.© (Draco x Cédric)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora