B

604 35 4
                                    

— Chuuya, salgamos por ahí, me abuuurro.

— Te aguantas, algunos somos responsables con las entregas de proyectos y necesitamos dormir. — se cubrió la cabeza con las sábanas —.

— Venga, porfi. — puso en descubierto la cara de su pareja —.

— Que no.

— Nee, Chuuya, hace tiempo que no tenemos una cita — dijo tocando repetidas veces su mejilla —.

— Auch, oye, para, haces daño — apartó la mano vendada de su cara — ¿Por qué no simplemente duermes conmigo y ya? Es mejor que salir.

— Porque no quiero, es aburrido. — había otras razones, pero no quería contarlas —.

— ¿Seguro? Es como morir, pero mejor, porque no te mueres.

— ¿Y qué tiene eso de bueno?

No respondió. Dazai pensó que a lo mejor estaba pensando una respuesta, claro que, descartó la idea cuando escuchó un leve ronquido.

"Mierda" pensó.

¡Ay, Chuuya! ¿Y ahora yo qué hago? ¿Tendré que morir solo? ¿Sin compañía alguna? ¿Por qué no quieres cometer el acto de amor más romántico conmigo? ¡Mejor me voy! ¡Adiós, nos veremos en el más allá! — al ver que no despertaba se rindió. A veces sentía celos de lo profundo que podía quedarse dormido el pelinaranja en tan poco tiempo.



Salió a la calle, no tenía un destino,solo esperaba una buena oportunidad para matarse. Al final terminó en un callejón maloliente.

— Iugh — dijo y dio media vuelta. Al salir pudo ver cómo en frente de él se encontraba el centro comercial Meursault. Le pareció buena idea entrar, después de todo, empezaba a tener frío, debió haberse traído algo más que una simple chaqueta.

Al entrar divisó varios grupos de gente, familias, amigos, parejas, extranjeros con un guía y algún que otro individuo solitario. Él era uno de esos individuos solitarios. Dio varias vueltas por el centro hasta que se topó con unos surfistas montando olas al lado del aparcamiento. "¿Ah?" dijo al verlos. Se acercó más para comprobar que no era su imaginación, que él supiera, no se había metido nada en el cuerpo desde hace ya un buen tiempo.

Cuando estuvo a menos distancia comprobó que, efectivamente, eran surfistas montando olas. La cosa consistía en una piscina grande con motores en un lado que empujaban el agua hacia su contrario simulando oleaje.

¡Qué maravilla! — dijo al verlo — ¡Aún no he probado suicidarme en lo que sea que sea eso! — se dirigió hacia las barandillas que separaban al público de los surfistas y la saltó. Después, posicionándose de espaldas dejó que su cuerpo cayera en el agua. La multitud que observaba pensó que se trataba de algún acróbata acuático. En cuanto más tiempo pasaba, más intriga tenían todos.


— No sabía que habías contratado a alguien para atraer más clientes, buena idea, jefe — dijo una chica que por lo visto era camarera —.

— ¿Qué? No, no he contratado a nadie, estamos escasos de dinero ahora mismo.

— Entonces, ¿quién es ese joven que se ha lanzado a la piscina y todavía no sale?

— ¡¿Qué?! ¡Lucy, es algún loco que le habrá parecido buena idea meterse! ¡Dios, una muerte no beneficia el negocio!

— Pero, ¿y los socorristas?

— Tuvimos que hacer recortes... Ay... Estamos acabados...


En eso, se escucha una explosión proveniente del agua.

En el humo se divisa una figura de cabello largo sacando al hombre con una cuerda sujetada por un helicóptero. Los surferos que estaban dentro del agua creyeron que el fin del mundo había llegado, pero cuando se disipó la nube vieron que todo estaba normal, exceptuando los asombros que había en la cara de sus espectadores. Lo ignoraron. "Seguramente nos habrá entrado demasiada agua en los ojos" pensaron. 

Cuernos [AU Universidad]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora