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No podía ser cierto.

¿Desde cuándo eran amigos? Espera, había dicho "le han roto el corazón", ¿eso significa que ya tenía una pareja? No... ¿O sí?

Su corazón latía más deprisa conforme sus pensamientos iban avanzando.

¡Joder! ¡¿Qué clase de hombre era Dostoievsky?! ¡Puto imbécil de mierda!

Intentó regular su respiración, por lo que silenció su micro.

—¿Conoces a Chuuya?

Volvió a activarlo para responderle, aunque no le hubieran preguntado.

—Fue el que te trajo la otra vez.

—Vaaaya, así que os conocéis. ¡Estupendo! ¿Ves, Chuu? Una preocupación menos, ya le conoces y tienes confianza sobre él.

—Sí, sí, claro— dijo despectivamente—. Ehh, Dostoievsky, yo... Siento mucho lo que te pasó, y sé que Osamu va a ayudarte pero... cuídale, y cuídate tú también— usó un tono para detonar a lo que él se quería referir. Era un "Cuida lo que dices si no quieres morir por mis propias manos de la forma más dolorosa que se me ocurra"—, ¿okey?

—De acuerdo— contestó como si nada—.

Dazai cortó la llamada.

—Entonces, Dosto... Dostoi... Dostoy...

—Puedes llamarme Fyodor si se te hace difícil mi apellido.

—¡Oh! No, no. No es eso, estaba intentando pensar un apodo. Así que... Fyodor... Dostoievsky... ¡Fedya! Serás Fedya.

—Lo que digas, Osamu Dazai— siguió su acto —. Por curiosidad, ¿a qué local vamos a ir?

— Lupin.

— Está bien y, una cosa más— llegó a nivelar su paso con el contrario —, no me han roto el corazón.

—¿Ah, no?

—Ciertamente no.

—¡Genial! Así me cuentas lo que tienes entre manos.

Estas palabras confundieron al europeo. ¿Sabrá algo? De ser así, ¿de qué? Del secuestro o de su pareja? ¿A lo mejor ya ató cabos y es las dos cosas?

—Fedya— llamó —.

—Dime.

—Tы говоришь по-русски?— ¿Hablas ruso?

—Это мой родной язык— Es mi lengua materna.

—Удивительный— Fascinante.

La realidad era que no sospechaba nada, simplemente quería una excusa para beber con alguien. Alguien que no fuera su pareja, últimamente había tenido un sueño muy recurrente y necesitaba contarlo, por lo que cuando vió su oportunidad no la desaprovechó.

...

Estaban sentados en la barra del bar, el ruso pidió vodka puro, sin ninguna mezcla, mientras que el japonés esperaba su whisky con la esperanza de que esta vez por fin le pusieran detergente, como él tanto anhelaba.

—Podrías comenzar a explicarte.

—Tenemos toda la noche.

—Puedo suicidarme ahora mismo y ahí ya no poseeríamos de tanto tiempo.

—Está bien, está bien, lo haré— sonrió ladinamente, emocionado por la clase de persona que le acompañaba, un ser peculiar y divertido si se lo preguntaban —.

Minutos después.

— ¡Me estás diciendo qué...! ¡Oh hombre esto es demasiado bueno!— rió —Te tiraste a un tipo cuando tú ya estás con alguien. ¡Qué fuerte! ¿Todos los rusos son así de hijos de puta como tú?

—¿Todos los japoneses son así de suicidas como tú?

—¡Qué va! ¡Soy único en mi especie!

—Menos mal.

Le agrada la compañía que tiene, siente que esa persona le comprende, podrían hacerse buenos amigos. Suelta una risa.

—Háblame de tu novio. ¿Es de aquí o también es de Rusia?

—Es ucraniano, aunque tiene ciertas raíces polacas.

—Joder con los europeos.

Conversaron y tomaron como dos hombres mayores que llevaban toda la vida juntos, aunque su realidad era que se conocieron hace unas horas. Se ocultó el sol, después la luna quería seguirle y el dueño del local les invitó a marcharse. El azabache cargó a duras penas al castaño. Su estado de embriaguez no ayudaba mucho.

Sus dos ángeles de la guarda hicieron su trabajo y llegaron (milagrosamente) bien a los dormitorios, siendo el pelinaranja quién abrió la puerta al escuchar un toque y después un golpe, como si atremetieran a alguien contra la pared. Su novio cayó de espaldas encima de él, lo sujetó rápidamente y lo cargó para llevarlo a su cama.

—Esto ya lo he vivido antes, ¿quieres saber qué seguía?— dijo pícaramente desde el umbral de la puerta—.

—Ya, bueno, preferiría que el deja vu terminara aquí— se sujetó al brazo de su novio dormido—.

—¿Seguro?— entra en la habitación lentamente, agarrando la puerta con su mano para cerrarla—.

Mira al hombre de la cama y recuerda por qué lo conoció. Fue porque se sintió culpable al engañar a su novio, de pronto, la voz del mencionado se jace presente en su cabeza. Sus risas, sus abrazos, sus palabras de afecto.

Se detiene en seco.

—Ah, bueno... Sí, eh, perdona, no sé lo que estoy haciendo— cierra los ojos y se presiona el tabique de la nariz—, ya me voy.

Vuelve sobre sus pasos.

—Fyodor — llama antes de que salga, el mencionado se detiene, haciéndole entender que lo escucha—, no te fuiste dela lengua, ¿verdad?

—Ten por seguro que no— cerró la puerta tras de sí—.

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⏰ Última actualización: Aug 03 ⏰

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