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Chuuya despertó y al no ver a Dazai supuso que habría salido por ahí a intentar suicidarse. A decir verdad la idea le daba escalofríos, pero nunca conseguía su cometido, así que no tenía que preocuparse. Pero… ¿y si algún día lo consiguiera?

Sacudió la cabeza ante ese pensamiento. No, no. Ese hombre es inmortal, pueden dispararle en la cabeza y aún así él no moriría, estaba seguro.

Llegó más de la medianoche y todavía no regresaba.

— Mierda, ¿dónde estás? — dijo timbrando por enésima vez su número. Siempre le saltaba que "el teléfono está apagado o fuera de cobertura".

También llamó a todas las personas y posibles lugares en dónde suele andar su novio. Siempre recibía una respuesta negativa.

Comenzaba a preocuparse y eso le hacía enojar.

— Bien, si yo fuera un suicida imbécil con un novio extremadamente guapo e inteligente, ¿a dónde iría? — habló para sí mismo intentando pensar —.

— ¡Pues para empezar me habría quedado en casa con mi novio durmiendo! — gritó a la pared —.

Chuuya, recuerda que también es imbécil.

— Ah, sí, es verdad.

— A ver, debo calmarme, el tiempo máximo que estuve sin saber nada de él fueron cuatro días y no le pasó nada, le habían castigado y dejado incomunicado. Fue hace siete años pero igualmente debo calmarme.

— Ya está limpio, aunque pudo haber recaído entonces…

—¿Bar? ¿Cementerio? ¿Cafetería? ¿El puerto? ¿Un circo? ¿Casino? ¿La morgue? ¿Policía? ¿Farmacia? ¿Hospital? ¿A lo mejor un sex shop? ¿Un striping? ¿Bar gay? ¿Motel? ¿Borracho en la basura? ¿Acosando a una chica? ¿Drogado en la basura? ¿Drogado por ahí? ¿Borracho por ahí? ¿Borracho o drogado en algún lugar?
¿Dónde mierda puedes estar?

En eso alguien tocó la puerta. Abrió inmediatamente esperando a que Dazai se hubiera olvidado las llaves de la habitación. Su decepción fue tal, que al ver a un hombre de cabello negro y ojos morado en vez de a su pareja cerró la puerta inmediatamente. Dió un suspiro.

Luego cayó en cuenta de que le había cerrado la puerta en sus narices a alguien.

— D-disculpe — se rascó la nuca y sonrió nerviosamente — pensaba que… Bueno, mi compañero de cuarto no ha regresado y yo pensé que quién tocó era él pero cuando vi que no era me decepcioné y no pensé y… — el ruso le interrumpió —.

— Tranquilo, lo entiendo — le sonrió —.

— B-bueno, y ¿que quería?

— Traerle la solución a su problema — señaló a un chico de cabello castaño dormido en el piso. Parecían haberlo traído a rastras—.

— ¡Oh por Dios! ¡Osamu! — dijo alegre y aliviado — Muchas gracias, en serio. Y pido disculpas en su nombre por haberle hecho traerlo hasta aquí, y me vuelvo a disculpar por el feo trato que recibió de mi— se inclinó —.

— No se preocupe, de verdad. Aunque debo admitir que sí fue algo pesado traerlo debido a mi condición física, pero no importa.— le sonrió —.

— Muchísimas gracias. Pero, si me lo permite, ¿cómo es que logró llegar hasta aquí con él y sin que ninguna cámara los viera y ninguna alarma sonara?

— Le responderé si me deja entrar, estoy verdaderamente cansado.

— Oh, sí, claro, por supuesto — se hizo a un lado dejando entrar al hombre —.

Cuernos [AU Universidad]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora