Me pregunto si podría morirme solo por experimentar un fuerte dolor de cabeza. Había sobrevivido a las clases matutinas con mucha dificultad y luego del almuerzo ya estaba lista para echarme a dormir una larga siesta.
Sin embargo, debía hacer el último —gran— esfuerzo. Había escuchado de los estudiantes de cursos mayores que fueron tan amables en hacernos un recorrido por la facultad, que la clase de escritura creativa era la más difícil de todas. Mantenerse en ella era un verdadero milagro.
No porque la materia fuera totalmente difícil, sino que el profesor que la impartía era verdaderamente difícil de agradar.
Me senté en la parte superior del salón con la capucha de mi sudadera sobre mi cabeza, había tantos estudiantes, todos igual o más perdidos que yo, que no cabía ningún alma más aquí dentro. Y el bullicio de sus conversaciones me tenían al borde del colapso mental.
Definitivamente me arrepiento de los últimos tragos de anoche. Pero solamente de eso, lo demás era parte de la experiencia.
—Dicen los de segundo que esta clase la hace un escritor conocido —una chica chilla a mi lado, haciendo retumbar sus palabras en mi cabeza.
Hundí mi cabeza entre mis brazos, esperando que el profesor llegara pronto y los calle a todos. No sé cómo todos habían entablado ya amistades para que actuaran tan cómodos unos con los otros, como si hoy no fuera la primera vez que se encuentran en sus vidas.
Ugh, soy realmente una molestia cuando tengo resaca.
—¿En serio? ¡Uh me gustaría saber quién es!
—Espero que no sea tan malo como ellos dicen, no quiero tener que repetir alguna clase.
—Quizás es solo para asustarnos, tranquila, no puede ser tan desgraciado.
Ojalá las repruebe a las dos si con eso logro que se callen.
Mi cabeza daba vueltas, me preguntaba cuánto más habría que esperar.
Por suerte mis plegarias fueron escuchadas cuando desde la puerta veo ingresar a un hombre, la verdad bastante joven, caminar por los largos escalones hasta el centro del podio. ¿Será un asistente que viene a decirnos que el profesor faltará?
Parece que nadie notó que alguien entro, porque todos siguen entusiasmados en sus conversaciones.
Levanté un poco mi capucha para poder verlo mejor, el hombre llevaba una camisa blanca arremangada en sus brazos, dejando al descubierto sus antebrazos. Deja sobre su escritorio su maletín de cuero y de él saca una laptop, todo lo hacía con suma calma y silencio que no se veía alterado por los estudiantes.
Su cabello castaño era oscuro y a pesar de lo pulcro de su vestimenta, su pelo estaba bastante desordenado, como si siempre paseara sus manos por él.
Luego alza la vista a nosotros. Sentí que el aire fue arrebatado de un puñetazo de mis pulmones.
No-puede-ser.
«No pensé que iba a gustarme tanto el sabor del tequila, pero tu piel le da un toque bastante peculiar»
Mi cuerpo se dispara hacia arriba, haciendo que mi rodilla choque con el borde de mi diminuta mesa y que un dolor electrificante me recorra el cuerpo. El estruendo que se genera es suficiente para llamar la atención de mis alrededores.
—¡Joder!
¿Por qué gritas? ¡Ugh mi cabeza!
Aprieto mi labio con fuerza para evitar dejar salir la hilera de groserías que están en la punta de mi lengua porque no quiero causar tan buena impresión en el primer día.
ESTÁS LEYENDO
Devoción (+18)
Teen FictionOlivia Miller se había esforzado mucho para ingresar a la facultad de literatura, para ser una gran escritora, por eso cuando recibió su carta de aceptación no dudó en salir a celebrarlo. La noche previa a su primer día de clases conoció a un compl...