Mi corazón late desbocado, tan cerca de mi garganta que siento que me podría atragantar con él. Sin embargo, camino a paso seguro.
No he podido dejar de pensar en él, ni de esa noche, ni de cada vez que lo veo y siento que no avanzaré más sino consumo de una vez esa fruta prohibida.
No necesito el mapa para hacer esto, al final del pasillo puedo ver con claridad la puerta de su oficina. Está cerrada, pero sé por su horario que está ahí.
Al tomar el pomo de la puerta me siento inquieta y acelerada, como si hubiera sufrido un golpe de adrenalina.
Vamos Olivia, tú puedes hacerlo. Rasca la herida.
Toque suavemente la puerta, esperando a que se encontrara dentro. La voz de Gabriel se demora pero amablemente me indica que pase adelante, posiblemente sin imaginar que soy yo.
Y efectivamente es así, porque cuando me ve entrar sus ojos saltan sorprendidos. Está apoyado en la silla detrás de su escritorio, una pierna cruzada sobre su rodilla y el cabello tan desordenado como siempre. Este lugar desprende su aroma y me siento tan envuelta en él que quisiera obsesionarme con su perfume.
Cierro la puerta detrás de mí y me apoyé contra ella, con ambas manos detrás para sostenerme. Gabriel escanea todos mis movimientos.
—Señorita Miller, no la esperaba en mi oficina. ¿Necesita algo?
Sus ojos se sienten intensos sobre mí y por unos segundos me hace cuestionarme qué hago aquí.
—Dijiste que tenías copias de los libros para tu clase —digo tragando duro.
La falta de formalidad debería dar un indicio de mis verdaderas intenciones. Gabriel se acomoda en su silla, la que cruje innecesariamente. Cualquier ruido del entorno resuena mil veces más fuerte en mis oídos. Estoy en un estado de completa alerta.
No sé que estoy haciendo aquí exactamente, pero quiero hacerlo, lo que sea que esto sea. Me carcome por dentro la anticipación.
—Ya veo —dice con simplicidad.
Luego se levanta con calma de su silla y se acerca a un librero que se encuentra en una esquina de la oficina. Ancha y llena de diferentes libros que no me preocupan realmente, las copias eran una simple excusa.
Veo la espalda ancha de Gabriel bajo su camisa blanca y como sus músculos se flexionan bajo ella. Siento la pronta necesidad de arañarlo.
Él está ajeno a mis pensamientos, tarareando una melodía mientras analiza cada título. Guiada por mis pensamientos me alejo de la puerta para acercarme a él.
—Tengo uno de ellos que puedo prestarte. Los demás están en mi departamento, mañana podría traerlos...
Mi cuerpo reacciona antes de que pueda procesarlo y una de mis manos se está deslizando por su espalda hasta llegar a su hombro. Gabriel detiene lo que sea que está hablando.
—¿Señorita Miller?
—Olivia —lo corrijo. Él inmediatamente entiende —. Tengo una duda, sobre ese día.
Su expresión se suaviza y se voltea completamente. La diferencia de alturas me hace mirar hacia arriba y él tiene que agachar su cabeza. Oscuros ojos me observan con atención, intentando averiguar qué hago, qué quiero.
—Dime cuál, Olivia.
—Esa noche, si hubiera sabido que era tu estudiante, ¿te hubieras acercado a mi?
—¿Crees que eso tiene alguna respuesta diferente a la que imaginas?
Estamos tan cerca que su aliento me golpea la cara, la menta mezclada con el amargo olor del café es lo que siento.
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Devoción (+18)
Teen FictionOlivia Miller se había esforzado mucho para ingresar a la facultad de literatura, para ser una gran escritora, por eso cuando recibió su carta de aceptación no dudó en salir a celebrarlo. La noche previa a su primer día de clases conoció a un compl...