Capítulo único

31 1 0
                                    

Narrador Omnisciente

Lo peor que puede suceder es que tu maldito cerebro te juegue en contra en una de las noches que, se supone, es una rebosante de jolgorio y bullicio.

Sabía muy bien que estaba rodeado de personas. Sus amigos reían y conversaban animados en la mesa que tomaron, pero no podía sentirse más solo que en ese momento.

Además, parece que ninguno de ellos se percató de su inusual comportamiento esa noche, ya que sabe disfrazarlo a la perfección. Claro, porque él es Reggie, y siempre debe portar una sonrisa. Eso es lo que todos esperan de él. Nadie ha pensado en preguntarle alguna vez "¿Estás bien?" o "Te he notado algo triste últimamente. ¿Cómo estás?".

"Sólo una palabra se hubiera llevado el dolor".

Aburrido por lo que sucedía en su grupo, decidió echar un vistazo a su alrededor. En un momento, divisó en la distancia a la chica de sus sueños.

Era Kayla Nichols, quien sostenía un vaso lleno del insípido ponche que se ofrecía en la extensa mesa de snacks ambientada para la ocasión. Notó el como Carrie, amiga de la chica, virtió algo de wiskey en el vaso de Kayla. Procedió a verter el resto en el bol de la bebida color vino tinto, protegida por los hombres presentes en la mesa.

Kayla sació su sed, tomando del ponche con urgencia. Volteó a su izquierda y besó a su ahora novio, Bobby Wilson, con deseo. Reggie veneraba estar en el lugar de ese imbécil, sabía que antes lo estaba, sin embargo, no tenía el valor o la energía para tomar cartas en el asunto.

"Con el beso amargo de aquel licor hubiera bastado, mi amor".

Podía mentirse cuantas veces le plazca, mas no podía negar todas las veces que ella le pedía que fuera a ver sus presentaciones de Dirty Candy. Le obedecía porque la amaba y la sigue amando, con locura. No puede olvidarse de esas ocasiones en las que escapaban por un momento para presenciar el anaranjado atardecer, abrazados junto a la orilla del mar.

"Sólo un mentira se viene conmigo a pasear.
Sentirme querido, en aquel abrazo, en el mar".

Miró su pierna juguetona, que desenmascaraba su ansiedad por presenciar la escena. Para tranquilizarse, trató de concentrarse en su esmoquin azul oscuro con toques plateados, sin embargo, eso le hizo recordarla con más intensidad.

Se levantó de la mesa para servirse del ponche alcoholizado. Se detuvo un momento al escuchar su canción preferida siendo tocada por una boyband formada por unos estudiantes de la escuela. Debía admitir que eran muy buenos.

Después de que terminara la canción, salió del lugar, y comenzó a vagar por los extensos pasillos de la escuela.

"Con este traje azul que un día conociste
Me marcho sin saber si me besaste antes de irte
Te di mi corazón y tú lo regalaste
Te di todo el amor que pude darte y me robaste".

Un dolor punzante e incesante no quería desaparecer de su cabeza. Era casi embriagante, combinado con el licor y el dulzor de la bebida.

Entró al baño y echó un vistazo a su reflejo frente a ese espejo roto. Su semblante expresaba repugnancia ante lo abatido que se encontraba. Por ello, comenzaron las lágrimas, que parecían brotar naturalmente de sí mismo.

Con la vista nublada, esculcó entre sus bolsillos, encontrando una cajita de metal decorada con stickers de cosas que le gustaban.

- No dejo de ser infantil en ese aspecto. - Se susurró a sí mismo con algo de desprecio.

Dentro de ésta encontró tres pastillas de las que le habían recetado para su depresión.

- "No moriré por sobredosis esta noche". - Pensó.

Miró el vaso medio vacío en su mano y tomó las pastillas que sostenía en su mano, digiriéndolas junto con el líquido.

Trató de forzar una sonrisa en su faz. Su labio inferior temblaba a la vez que sus puños, la presión que aplicaba era tan fuerte que tornaron de un blanco tan pálido como la nieve.

No soportó la presión, por ello, un golpe fue disparado en dirección a lo que le reflejaba. Esas espesas lágrimas no cesaban, solo corrían por sus mejillas.

Inexpresivo, vio su mano sangrar, afectada por varias piezas de vidrio encasilladas en sus nudillos. Dejó escapar un suspiro, recogiendo una gran pieza de cristal del suelo.

Sentía que el alcohol tomaba control de su juicio y de sus decisiones. El dolor que todo le hacía sentir era incomparable.

Es como esa gran pieza de cristal le rogara que hiciera lo que tenía en mente. Una pequeña sonrisa maquiavélica se formó en sus labios, habiendo ya tomado una decisión.

Bajó con una tortuosa lentitud la fábrica que cubría su brazo. Por consiguiente, rasgó su piel con el vidrio, presenciando la sangre que brotaba a borbotones de él.

Torpemente se dirigió a la pared más cercana, escribiendo las siguientes palabras:

"Buena suerte en tu camino,
Yo ya tengo mi destino.
Con mi sangre escribo este final.

-Reggie".

Lo más lamentable es que tuvo que cortarse indefinidas veces para escribir esa simple oración...

Y ahí se encontraba, tendido en el pútrido y pegajoso piso del baño, a punto de perder la consciencia.

De pronto sintió mucho cansancio, solo quería cerrar los ojos y dormir por toda la eternidad. Su respiración y el latir de su corazón disminuían con el pasar del tiempo, indicando que estaba unos pasos de llegar al más allá.

- Kayla... - Usó su último aliento para decir su nombre otra vez, antes de perderse en la inmensidad del espacio-tiempo para siempre.

Blue Tuxedo - JATP FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora