Daniel entró con la simpatía de siempre preguntando por mí, me paré de mi escritorio para atenderlo, no sin antes darle la mano para saludarlo, me pidió algunas cosas y me preguntaba por otras, escucharlo era insoportable, cada palabra que salía de su boca era un tormento para mí, si bien el me hablaba con cierta fraternidad, yo lo sentía como una persona hostil, por nada más que su voz, intenté opacar esos sentimientos pero era un vano, incluso llegó a preguntarme un par de veces si estaba bien, "estás pálido" me dijo , su voz retumbaba en los más profundo de mi, su voz me perturbaba, me volvían a sudar las manos, el cuerpo, me costaba respirar y mantener la conversación, estaba casi ido de mí, no quería escucharlo más, tampoco podía pedirle que se calle, soporté todo lo que pude hasta que finalmente se fue, lo ayude a poner las cosas en su auto de lujo, me dio la mano y se marchó.
Volví a entrar al local, más desconcertado que nunca, subí las escaleras casi sin fuerza hasta el segundo piso, caminé al baño, me lave la cara, y me encerré una media hora.
Esos treinta minutos fueron horribles, no entendía qué pasaba conmigo, porque esa voz repercute tan negativamente en mí, sigo sin recordar porque me resulta tan familiar, le escribí a mi psicóloga sentado en el baño para adelantar nuestra consulta, salí del baño sintiéndome un poco mejor, aunque con algún temor a que Daniel vuelva, o incluso a que me llame.
Esos temores se fueron yendo a medida que terminaba la jornada laboral, a las 18:00 marque salida y me fui rápidamente, me sentí libre de aquella pesadilla, y me fui a casa, saque a Pipa a pasear como de costumbre, a la vuelta me voy a la cama, más temprano que nunca, no tome nada, no comí nada, solo me acosté.
Esa noche tuve un sueño extraño, era raro recordarlo ya que nunca recordaba lo que soñaba, estaba con un grupo de gente que era mis amigos en el sueño, en mi vida real no los conocía, viajábamos a algún lado, pero poco a poco mis amigos se iban perdiendo de uno, a pesar de estar todos juntos, de un segundo a otro alguien desaparecía, así fueron desapareciendo uno a uno, hasta que quede solo, desconcertado, ya no había camino, tampoco destino, estaba oscuro y tenía miedo, no de la oscuridad sino de lo que podría habitarla, hasta que simplemente desperté, un poco exaltado en mi cama, me di media vuelta y seguí durmiendo.
Hoy me encuentro con las mismas dudas de siempre respecto a esto, escribiendo en una cafetería desconocida, lejos de casa, me puse los auriculares para opacar el murmullo de la gente con sonido a lluvia, tormenta y mar. Es todo muy reciente, estoy más tranquilo aunque no se que pensar al respecto, incluso llegue a cancelar planes para poder estar solo y sentarme hoy aquí a pensar un poco más, pero sin un resultado positivo a la vista, el miedo a aquella voz aún está latente, se me eriza la piel al escribir sobre ella.
No se como seguirá esta historia, en realidad, no se como seguiré yo, son muchas las preguntas que tengo, y pocas las certezas que puedo encontrar, por no decir que no tengo ninguna, me siento un poco sin rumbo, a la deriva.
La incertidumbre no me genera malestar, nunca planeo mi futuro, pero aquella voz volverá a aparecer, de eso estoy seguro y ,me aterra no saber cómo combatirla, si es que puedo hacerla.
Nunca bajo los brazos con las cosas que me pasan, pero esta vez es diferente, es algo difícil de explicar, pero la situación se me va de las manos, y temo, que si eso pasa, algo malo pueda pasar, o mejor dicho, algo malo pueda pasarme. No por Daniel, incluso me atrevo a decir que tampoco por su voz, si no, que por mi mismo.
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La voz
Short StoryLa alarma sonó a la misma hora de siempre, la rutina no solía variar demasiado, por delante, una jornada aburrida de trabajo como solía ser. Hasta que por alguna razón, una llamada de teléfono y una peculiar voz, despiertan cosas inimaginables, sens...