El Universo

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Todo comenzó con un huevo. Un huevo cósmico creado por Chronos y Chaos, los dioses del tiempo y el espacio. Dentro de ese huevo, había una chispa de vida, una energía latente que esperaba ser liberada. Un día, el huevo se rompió, y de él surgió una explosión de luz y calor que se expandió por todo el vacío. Así nació el universo.

Pero no todo era luz. La luz del huevo era abstracta y no había luz real, lo que hizo que en el vacío solo hubiera la oscuridad. Esa energía se condensó en una entidad que se llamó a sí misma Oscuridad, y para ello se dividió en dos seres: Erebo y Nix, los dioses de la oscuridad profunda y la oscuridad plácida.

Érebo: ¿Quién eres tú? ¿De dónde has salido?

Nix: Soy Nix. He surgido sin saber porque, al igual que tú. ¿Cómo te llamas?

Érebo: Creo que me llamo Érebo pero no se exactamente porque. Pero siento que juntos llenamos el vacío del mundo con nuestras sombras.

Nix: ¿Qué es el mundo? ¿Qué hay más allá de nosotros?

Érebo: No lo sé. Solo sé que somos los primeros seres que existen

Erebo y Nix eran seres gemelos, pero tenían personalidades opuestas. Erebo era frío y silencioso. Nix era calmada y de temperamento tranquilizador, y quería ocultar todo lo que existía bajo su manto.

Mientras tanto, el universo seguía creciendo y cambiando. Eter, el dios de la materia, que personificaba todo lo que tenía forma y sustancia. Eter era un dios pasivo e inconsciente, que no tenía voluntad propia ni control sobre su cuerpo. Pero sin razón aparente su ser se transformaba constantemente por una fuerza misteriosa e impredecible, que creaba fenómenos nuevos y extraños.

Uno de esos fenómenos fue el plasma primordial de quarks-gluones, una sopa de partículas elementales que se movían a gran velocidad y se unían y separaban sin cesar. De ese plasma nació Gravitas, el dios de la gravedad, que personificaba el poder doblador de la materia en el espacio-tiempo de Chronos y Chaos. Gravitas era un dios serio y ordenado, que quería darle estabilidad y coherencia al universo.

Gravitas usó su fuerza para agrupar las partículas del plasma en otras más grandes y complejas: los protones y los neutrones. Estos formaron el plasma de bariones, una nueva fase de la materia que tenía más masa y estructura. De ese plasma nacieron los dioses de las fuerzas elementales: Electra, la diosa de la electricidad; Magnes, el dios del magnetismo; Fortis, el dios de la fuerza nuclear fuerte; y Debilis, el dios de la fuerza nuclear débil. Estos dioses eran jóvenes e inquietos, y querían explorar y experimentar con sus poderes.

Electra y Magnes se unieron para crear el electromagnetismo, una fuerza que podía atraer o repeler las partículas cargadas. Fortis y Debilis se unieron para crear la interacción nuclear, una fuerza que podía mantener o romper los núcleos atómicos. Estas fuerzas eran tan potentes que solo podían ser contrarrestadas por Erebo, el dios de la oscuridad profunda.

Sabían que había una debilidad en la creación: la simetría entre la materia y la antimateria. La materia y la antimateria eran opuestas e idénticas al mismo tiempo: tenían la misma masa pero cargas opuestas. Cuando se encontraban, se aniquilaban mutuamente en un destello de energía.

Se creó un desequilibrio entre la materia y la antimateria, haciendo que hubiera más materia que antimateria. Así, provocó una serie de colisiones y aniquilaciones que redujeron la cantidad de materia en el universo.

Mientras tanto, el universo seguía evolucionando. La temperatura bajó más, y los protones y los neutrones se unieron para formar los primeros átomos: el helio y el hidrógeno. Estos átomos eran simples e inertes, pero tenían una ventaja. Pero esta sería explotada mas tarde.

Todo parecía vivir en paz. Pero la paz solo es parte del estado cíclico de la naturaleza antes del cambio y la revolución.

Mitología Griega ShotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora