El primer amor

6 0 0
                                    

Érebo y Nix se conocían desde el principio, pero no creían sentir nada el uno por el otro. Solo eran hermanos, hijos del mismo padre, y se limitaban a cumplir con su función de cubrir el mundo con su oscuridad. No sabían lo que era el amor, ni la pasión, ni el deseo. Solo sabían lo que era existir.

Pero un día, algo cambió. Érebo sintió una extraña sensación en su pecho, algo que le hacía latir el corazón con más fuerza. Era una sensación cálida y agradable, pero también inquietante y confusa. Se dio cuenta de que esa sensación se producía cuando veía a Nix, cuando la observaba desde lejos, cuando la escuchaba hablar, cuando la rozaba con su mano. Se dio cuenta de que quería estar cerca de ella, de abrazarla, de besarla, de decirle lo que sentía.

Pero no se atrevió a hacerlo. Temía que ella lo rechazara, que lo despreciara, que lo abandonara. Temía que ella no sintiera lo mismo por él, que solo lo viera como un hermano, como un amigo, como un compañero. Temía que ella se burlara de él, que lo llamara débil, que lo humillara. Temía que ella lo odiara. Sentimientos involuntarios y misteriosos.

Así que guardó silencio. Guardó su secreto en lo más profundo de su ser, y siguió actuando como siempre. Pero cada vez le costaba más ocultar sus sentimientos. Cada vez se sentía más solo y triste. Cada vez deseaba más poder expresar su amor.

Nix también sintió algo diferente. Al principio no supo qué era, ni qué significaba. Solo notó que Érebo le atraía más que antes, que le gustaba su voz, su mirada, su sonrisa. Que le hacía sentir cosas nuevas y emocionantes. Que le hacía feliz.

Pero tampoco se atrevió a decirlo. Temía que él no la quisiera, que no la valorara, que no la respetara. Temía que él tuviera otras preferencias, otras intenciones, otras ambiciones. Temía que él le mintiera, que le engañara, que le hiciera daño. Temía que él la traicionara. Sentimientos involuntarios y misteriosos.

Así que guardó silencio. Guardó su secreto en lo más profundo de su ser, y siguió actuando como siempre. Pero cada vez le costaba más ocultar sus sentimientos. Cada vez se sentía más sola y triste. Cada vez deseaba más poder expresar su amor.

Pasaron los días, los meses, los años. Érebo y Nix seguían siendo los amos de la oscuridad, pero también seguían siendo los esclavos de su miedo y su silencio. Seguían viéndose a diario, pero también seguían alejándose cada vez más. Seguían queriéndose en secreto, pero también seguían sufriendo en silencio.

Hasta que un día, Érebo no pudo más. No pudo soportar más la angustia de su corazón. No pudo resistir más la tentación de sus labios. No pudo callar más las palabras de su alma.

Decidió confesarle todo a Nix.

La buscó por todo el mundo, hasta que la encontró en el lugar donde solían reunirse: una cueva oscura y silenciosa, donde nadie podía verlos ni oírlos.

Se acercó a ella con timidez y nerviosismo.

Erebo: Nix... *dijo con voz temblorosa*

Nix: ¿Qué pasa, Érebo? *preguntó con curiosidad*

Erebo: Tengo que decirte algo... algo muy importante... algo que llevo guardando mucho tiempo... *balbuceó*

Nix: ¿De qué se trata? *insistió*

Erebo: Se trata de... de lo que siento por ti... *susurró*

Nix: ¿Lo que sientes por mí? *repitió sorprendida*

Erebo: Sí... Nix, yo te quiero... te quiero más que a nada en este mundo... te quiero más que a mi propia oscuridad... te quiero más que a mi propia vida... *declaró mirándola a los ojos*

Nix se quedó sin habla. No sabía qué decir, ni qué hacer. No sabía si creerle, ni si corresponderle. No sabía si alegrarse, ni si asustarse. No sabía si amarle, ni si odiarle.

Solo sabía que él le había dicho lo que ella siempre había querido oír, pero también lo que ella siempre había temido escuchar.

Nix: ¿Me quieres? *preguntó ella, incrédula*

Erebo: Sí, te quiero... te quiero con toda mi alma... *afirmó acercándose a ella*

Nix: ¿Y desde cuándo me quieres? *inquirió confundida*

Erebo: Desde siempre... desde que te vi por primera vez... desde que nacimos del mismo Caos... *respondió tocando su rostro*

Nix: ¿Y por qué no me lo habías dicho antes? *exigió molesta.*

Erebo: Porque tenía miedo... miedo de tu reacción... miedo de tu rechazo... miedo de perderte... *explicó acariciando su cabello*

Nix: ¿Y ahora ya no tienes miedo? *interrogó irónica.*

Erebo: Ahora tengo más miedo que nunca... pero también tengo más valor que nunca... porque no puedo seguir viviendo así... porque no puedo seguir ocultando lo que siento... porque no puedo seguir sin ti... *confesó besando su frente*

Nix sintió un escalofrío. Sintió el calor de sus labios, el roce de sus manos, el latido de su corazón. Sintió el amor de sus palabras, el deseo de sus gestos, la pasión de su mirada. Sintió todo lo que él le ofrecía, todo lo que él le pedía, todo lo que él le daba.

Y sintió lo mismo por él.

Sintió que le quería. Que le quería más que a nada en este mundo. Que le quería más que a su propia noche. Que le quería más que a su propia vida.

Sintió que le necesitaba. Que le necesitaba para ser feliz. Que le necesitaba para ser completa. Que le necesitaba para ser ella misma.

Sintió que le amaba. Que le amaba con toda su ser. Que le amaba desde siempre. Que le amaba para siempre.

Y decidió aceptarlo.

Decidió aceptar su amor. Decidió aceptar su propuesta. Decidió aceptar su destino.

Decidió aceptarlo a él.

Nix: Érebo... yo también te quiero... yo también te necesito... yo también te amo... *dijo abrazándolo con fuerza*

Erebo: ¿De verdad? ¿No es una broma? ¿No es un sueño? *preguntó incrédulo y feliz*

Nix: No, no es una broma. No, no es un sueño. Es la realidad. Es la verdad. Es lo que siento. Es lo que quiero. Es lo que soy. *aseguró sonriendo con ternura*

Erebo: Entonces... ¿quieres estar conmigo? ¿Quieres ser mi pareja? ¿Quieres ser mi amada? *propuso emocionado y nervioso*

Nix: Sí, quiero estar contigo. Sí, quiero ser tu pareja. Sí, quiero ser tu amada. *aceptó besándolo con amor*

Y así fue como Érebo y Nix se unieron en amor y en oscuridad.

Mitología Griega ShotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora