What's the problem, baby?

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En el gran comedor de Hogwarts nunca ocurría gran cosa. Fuera de la gran impresión que causaba a los estudiantes de primer año cuando entraban por primera vez, y del sentimiento de emoción combinado con terror por el momento en que les ponían el sombrero seleccionador, los años siguientes en la escuela, la gran estancia no representaba más que el lugar donde tomaban sus comidas y de vez en cuando algún evento escolar. Es por eso que más de un estudiante y profesor se sobresaltaron al escuchar un sonoro estallido desde una de las mesas de las casas, más específico, la de Slytherin.

Y ahí estaba Scorpius Malfoy, quien con todo su rostro manchado de una asquerosa sustancia verdosa, mantenía una expresión de sorpresa por el "incidente" el cual a los segundos supo quién había provocado. James "idiota" Potter.

Estaba harto, pensó con molestia. El hijo mayor del "niño que sobrevivió" se había encargado de hacerle la vida imposible en Hogwarts los últimos tres años, y al parecer ahora sería el cuarto. Ya no podría soportarlo más.

Se levantó de golpe, chocando las palmas de sus manos con fuerza sobre la mesa, y caminó directo hacia la de los leones, decidido a enfrentar a los causantes de su desafortunada mañana. Podía ver al idiota pelirrojo reírse a carcajadas por el resultado de su broma que seguro provocó usando uno los cachivaches, esos que vendía su tío George Weasley en su tienda.

Rojo de rabia (aunque de seguro nadie pudo notarlo debido a su manchado rostro de verde), llegó hasta donde estaba el chico y su grupito de "secuaces" que, como siempre, se reían de cada estupidez cometida por el otro. Scorpius miró con una mueca de disgusto a los demás Gryffindors que igual se burlaban, aunque trataban de disimularlo un poco al momento en que llegó frente al causante de su enojo.

—¿Es que piensas madurar algún día, Potter? — musitó en ese tono grave y arrastrado, heredado de su padre, el cual sonó casi extraño para los que lograron escucharle, pues en general el pelirrubio hablaba con un dulce y amable tono de voz.

—¿Qué pasa Malfoy? ¿No te gustó el color?, pero si combina perfectamente con tu patética casa de las serpientes, ¿no? — respondió altanero y burlón el pelirrojo, volviendo a reír después, como si lo que había dicho fuera el mejor chiste del mundo.

El pequeño Malfoy rodó los ojos bufando, fastidiado, tratando de guardar la poca calma que le quedaba, mientras apretaba con fuerza sus puños. Sabía que no ganaría nada si le seguía la corriente al mayor, así que pensaba darse la vuelta y largarse de ahí, cuando el Gryffindor volvió a hablar, usando un tono de burla aún más odioso que el anterior.

— ¡Uuuh!, parece que el mini mortífago está enojado.

Y esa fue la gota que derramó el vaso. Giró sobre sus talones y enfrentó al mayor de los Potter.

—¡Es suficiente! ¡No pienso seguir aguantando tus tonterías James Potter! ¡No sé cuál es tu maldito problema conmigo, pero ya es hora de que te detengas! — Scorpius había tratado de estar calmado, pero su paciencia había llegado al límite y ahora solo quería sacar de una vez por todas todo el enojo que había guardado desde que entró al colegio de Magia y Hechicería — ¡Me has hecho la vida imposible desde el primer día! ¡Y si todo esto es debido a que soy un Slytherin o por quiénes son mis padres, MADURA Y SUPÉRALO DE UNA VEZ POR TODAS!

El gran comedor se había quedado en un sepulcral silencio, incluso los pocos profesores presentes en la sala, alzaron la mirada sorprendida por el escándalo. El chico pelirrojo miraba al Slytherin con la boca abierta, pasmado y sintiéndose un poco avergonzado, pues no esperaba que el pequeño chico le plantara cara y ahora tampoco tenía idea de cómo responder, acostumbrado a que el contrario aceptara todas las bromas e insultos con la cabeza gacha y sin refutar. Mientras tanto, el rubio le devolvía la mirada retadora esperando su respuesta, respirando ligeramente agitado por estar tan poco acostumbrado a levantar la voz. Al fin, el profesor de herbología y jefe de la casa de Gryffindor, Neville Longbotton, se acercó hasta la mesa de su casa, interponiéndose entre Scorpius y James, quienes ahora solo se miraban con puro odio, sabiendo que la discusión había terminado ahí.

Accidentally in LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora