I wanna get close to you

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Las últimas semanas habían sido definitivamente extrañas para Scorpius por tres razones:

La primera, James Potter parecía haber olvidado su existencia, no le había hecho ninguna broma o tirado algún insulto desde ese primer día de clases y no sabía si estaba aliviado o asustado. Esperaba que el mayor se hubiera aburrido de molestarle y en realidad no estuviera planeando algo terrible hacia su persona.

La Segunda, Sus estudios estaban marchando viento en popa, logrando por fin el cometido que llevaba buscando desde su primer año, ser el primero de la clase. En años anteriores no es que le fuera mal, pero siempre terminaba en segundo o tercer lugar, siendo alumnos de Ravenclaw quienes ocupaban las primeras posiciones. Asociaba sus buenas notas con lo relajado que se sentía al no tener que preocuparse por los ataques del Potter pelirrojo.

Luego estaba la tercera y la más extraña; se había hecho amigo de un Potter... o algo así.

No estaba seguro si ya podía llamar a Albus un amigo, pero no podía negar que le agradaba un poco. Generalmente, lo esperaba después de cada clase sin quejarse para luego ir a la biblioteca a estudiar o al gran comedor a comer algo, a diferencia de sus otros amigos de Slytherin, quienes siempre decían que se tomaba demasiado tiempo para salir del salón y decidían dejarlo atrás. No era que le preocupara, su soledad era algo que siempre le había gustado, pero debía admitir que se sentía bien tener a alguien que esperara por él.

Era Viernes y la clase de historia de la magia estaba a pocos minutos de terminar; Scorpius cabeceaba de vez en cuando, pues la noche anterior no había dormido lo suficiente, también se moría de hambre; no tuvo tiempo de desayunar por quedarse más tiempo en cama. Escuchar la campana de la Torre del Reloj fue casi como un canto de ángeles para el pelirrubio y por primera vez, guardó sus cosas con rapidez, abriéndose paso después hacia la salida. Como siempre, el moreno ya lo esperaba junto a la salida y al verlo hizo una exagerada expresión de sorpresa que hizo sonreír ligeramente al rubio imaginando lo que diría.

—Vaya, ¿El profesor Binns te echó del salón? — Dijo Albus en fingido tono de sorpresa.

—No seas tonto— replicó Scorpius, dándole un ligero empujón al mayor—. Solo tengo un poco de hambre, no logré tomar el desayuno esta mañana— comentó mientras ambos se dirigían al gran comedor.

No era la primera vez que el Slytherin admitía saltarse las comidas y al moreno le hubiera gustado volver a decirle lo mal que le parecía ese hábito, pero decidió dejarlo pasar esta vez. No quería arruinarle el almuerzo al menor con su preocupación.

Una vez llegaron al gran comedor, buscaron un lugar donde sentarse. Al haber llegado un poco más temprano de lo normal, lograron encontrar un espacio al final de la mesa que generalmente utilizaban los Slytherin. Los primeros días en que esa extraña amistad había empezado, solían ganarse miradas curiosas y hasta despectivas de parte de las demás casas; especialmente la de los leones hacia el hijo del medio de los Potter. Los murmullos con comentarios infantiles como que era un "traidor" también llegaban a menudo, pero con el pasar de las semanas todos fueron superando el tema y ya casi nadie les prestaba atención. Cosa que los chicos agradecían.

El almuerzo de esa tarde rebosaba para escoger. Albus como siempre, llenaba su plato de todo un poco, mientras que Scorpius era todo lo contrario. En su plato apenas había un pequeño trozo de pastel de carne y unas cuantas verduras. Comieron si conversar demasiado y una vez terminaron, recogieron sus mochilas para salir del gran comedor.

— ¿Vamos al lago? — preguntó Albus—. Sé que quieres ir a la biblioteca para repasar las notas de la clase de Astronomía de esta noche, pero pensé que sería agradable ir a otro lugar. Hace una bonita tarde.

Accidentally in LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora