La llamada

6 0 0
                                    

Las luces se reflejan en esos prominentes ojos azules, que miran perdidamente a través de las calles, cómo si se le hubiese perdido algo importante. Parecía que nada le preocupaba, hasta que recibió esa llamada. Esa maldita llamada.
Está asustado, perdido y confundido. No tiene idea de que hacer, y la sensación de que ya le empezó a seguir se hacía cada vez mas grande. A la par que el sentimiento crecía, él caminaba cada vez más rápido. Llegó hasta el cruce de la calle principal, justo en el borde de la acera. Veía a los autos pasar con apuro, como si sus vidas dependieran de ello. Pero esas personas no sabían que su propio apuro podría costarle la vida, porque eso ya lo estaba siguiendo y se estaba acercando cada vez más a él.

Con prisa, levantó su pie izquierdo hacia el pavimento pintado con pintura blanca, la cual le daba la bienvenida al paso peatonal. Por el rabillo del ojo lo vió. Su sangre se congeló al instante, haciendo que sus movimientos flaquearan. La luz aumentaba al mismo tiempo que su pulso.
El golpe lo mató enseguida. El dueño del auto salió aterrado por la obra que yacía delante suyo, del cual él era el artista. La cara del hombre que atropelló tenía una mueca estupefacta, con los ojos y boca abiertas mientras salía un líquido rojizo de ellos.
El conductor, horrorizado por la escena, dió un par de pasos hacía atrás, con la intención de llegar a la puerta de su vehículo. Justo antes de dar el último paso para llegar a su destino, su teléfono sonó, y fue entonces que el conductor supo que había llegado su turno.

Fragmentos de una mente putrefactaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora