17 || La fiesta. Parte 2

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Asher observó a las dos amigas sin saber qué hacer o decir, Seren miraba fijo a Lana en busca de respuestas que la rubia no pensaba soltar a menos que le preguntaran algo específico, además, él quería salir corriendo para preguntarle a Alex lo que...

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Asher observó a las dos amigas sin saber qué hacer o decir, Seren miraba fijo a Lana en busca de respuestas que la rubia no pensaba soltar a menos que le preguntaran algo específico, además, él quería salir corriendo para preguntarle a Alex lo que había sucedido.

Lo que le dijo a Seren antes no era una mentira, le encantaba el chisme.

—Yo... Voy adentro un rato, creo que ustedes quieren hablar —Asher le echó un vistazo a Seren, seguido de una pequeña sonrisa y se puso de pie, rodeando a la rubia para salir por la puerta hacia la sala.

Y se fue.

—¿Interrumpí algo? —cuestionó Lana, alzando las cejas.

—No, solo estábamos hablando.

—Oh, ¿y hablaron del beso? —preguntó sentándose justo en el lugar en el que antes había estado Asher.

La rizada abrió los ojos y miró hacia la puerta, por si el chico todavía estaba ahí. Al ver que no, susurró: —Lana, shhh.

La rubia, un poco enojada, le dio una palmada en la pierna.

—¡¡Esas cosas se hablan!!

Entonces Seren cruzó los brazos.

—¿Sabes de qué otra cosa se habla? ¡Del beso con Alejandro! ¿Qué pasó ahí?

Lana frunció los labios y aquel gesto se convirtió en una sonrisilla graciosa que llegó hasta sus ojos. Aquellos ojos verdes que atraían el desastre o la diversión, dependiendo de quién los estuviera viendo.

Seren solo veía desastre en ese momento.

Sus ojos inquisitivos intentaban derribar el muro de seguridad que veía en la mirada de su mejor amiga, pero como no podía con ella, Lana tuvo que ayudarle.

Resopló rodando un poco los ojos.

—¡No fue nada! Nada serio, al menos. Estábamos discutiendo en la cocina sobre quién era el más probable en emborracharse en esta fiesta, yo dije que él por obvias razones, es su primera fiesta aquí. Él dijo que sería Asher porque no tenía que manejar, así que yo respondí que eso no tenía sentido porque yo tampoco debo conducir y jamás me emborracho.

—Eso es porque tomas cerveza como el estereotipo de un padre latinoamericano —dijo Seren mirándola—. Y lo confirmo, porque mis tíos son ese estereotipo. Es muy difícil que entres en un estado de ebriedad grave.

La rubia colocó su cabello hacia atrás, como si aquello fuese un cumplido y sonrió orgullosa.

—En fin, una cosa llevó a la otra mientras nos reíamos y de pronto nos acercamos mucho, ¿qué quieres que te diga? Esto estaba destinado a suceder en algún momento. Somos amiguitos. —Encogió los hombros.

—¿Y tú cómo sabes que no tiene sentimientos por ti?

Lana suspiró y soltó una risilla.

—¡Porque lo hablamos luego del beso, hermana! ¿No te digo que estas cosas se hablan? —con un tono muy obvio colocó su mano sobre el hombro de su amiga—. De todos modos, no va a volver a suceder, fue solo un jueguito.

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