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Luffy tenía un serio problema, algo que nunca había sentido y al cual no podía encontrar una solución apropiada y que hacía que su cerebro pensara de más. ¿El problema? Amor, si cuatro letras, un significado profundo, algo con lo que nunca se había topado, bueno, sí, se ha topado con el amor fraternal, ese que le da su familia y la gente cercana, o su círculo de amigos, más nunca un amor romántico, puede decir que es inexperto.
Pero la culpa es de ese tonto chico de hipnóticos ojos grises, sonrisa seductora y tatuajes increíble; desde el primer momento debió prever esto, no, claro que no podía, una palabra bastó para quedar prendado de esa linda risa, desde el principio supo que las cosas eran diferentes con él; no fue lo mismo que sintió cuando fue conociendo a cada uno de sus amigos... todo fue, como decirlo ¿mágico?, no sabe cómo explicar que cada que platicaban era como detener el tiempo, ver lo magnífico de una plática y a pesar de no tener los mismos gustos, encajar perfectamente.
Ahora no sabe qué hacer, no quiere ser su amigo, podría preguntarle directamente, nunca ha sufrido de vergüenza alguna; la cuestión aquí es que cada que se lo topa se resetea y se le olvida lo que dirá. Ya pensará en algo.
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Para él los fines de semana habitualmente pasan rápido, adoraría que pasaran más lentos, para disfrutar de las salidas o para tener tiempo suficiente de terminar sus trabajos de la universidad y tener más de 8 horas de descanso, pero no, ahora está enfrascado en la laptop tratando de terminar un ensayo sobre la teoría evolutiva de las especies. Ve la hora, son las 3 am, sabe que hubiera terminado a tiempo si no perdiera tanto tiempo en internet, pero valió cada minuto, o eso cree, solo espera que funcione.
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Corre desesperado, se le ha hecho tarde, pero necesitaba ayuda, tuvo que pagar para que le dieran aquello a su persona especial, solo espera que lo reciba.
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Estaba cansado apenas era lunes, aún le quedaban cuatro clases más con la vieja Kureha. Iba a tomar un bocado de su comida cuando sintió que le tocaban un hombro, volteando rápidamente para ver al causante.
— ¿Trafalgar Law? — vio a un chico extremadamente alto, y eso que él es alto, de cabello granate y aspecto rudo.
— Sí, soy yo, en qué puedo ayudarte — dijo de forma desinteresada.
— Toma, no preguntes, a mí me pagaron por esto.
Tomo un pequeño papel en forma de cupón de color morado, lo leyó y quedo sorprendido, es algo que nunca le había sucedido y... qué original.
Cupón 001
Vale por una caja de chocolates
No sabe cómo reaccionar a esta primera vez, siempre son cartas y cosas directas, además ¿dónde los cambia?, o ¿con quién?. No fue hasta la penúltima clase que una chica de melena morada se acerca y le da una caja de chocolates, mientras en el cupón pone un sello de gatito.
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Se vende amor, dulces y placer
De TodoSerie de mini historias Lawlu para endulzar el corazón y una que otra locura por ahi. Los personajes no son mios, pertenencen a Eiichirō Oda. Las imágenes y vídeos no son mios, créditos a sus respectivos autores.