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Nuevamente, está solo en aquella gran casa donde se supone deberían cumplir la mayoría de sus sueños, evolucionar y envejecer juntos; cumplieron una parte, pero, no cree que los deseos y planes futuros se cumplan, no desde que siente que su matrimonio se ha vuelto frío.
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Sale de su estudio tarde, antes hubiera terminado a tiempo para regresar a su cálido hogar, pero en este día en especial no quiere regresar a su hogar; no tiene prisa, sabe que no habrá nadie al llegar, no hay quien lo reciba a pesar de lo especial que se supone es la fecha. A lo largo de estos últimos 2 años ya se acostumbró a la soledad de aquella gran casa.
El ambiente es frío, un aviso de que está por llegar el invierno. Recorre el malecón, mientras la helada brisa marina choca con su rostro, congelando sus mejillas y nariz; no se preocupa por pescar un resfriado, lleva un abrigo largo de franjas rojas y blanca debajo de sus Jeans y sus fieles tenis, por eso se toma su tiempo en recorrer todos esos metros hasta llegar a su banca favorita, aquella que da vista a un sector de la playa. Es muy de noche, la lejanía se ve oscuro, solo observa la espuma blanca llegar tranquilamente a la orilla de la playa, humedeciendo la arena constantemente.
Es en esa banca que piensa en la posible falla de su matrimonio, recordando aquellos papeles que le esperan en la mesa de noche, a pesar de las fallas no quiere firmar. Rueda una lágrima traviesa y silenciosa por aquella suave mejilla, esa mejilla que fue acariciada infinidades de veces por una mano bronceada y gentil de espléndidos tatuajes, aquella mano que lo está soltando. Mira el mar con nostalgia, recordando aquellos días, cuando eran solo dos almas enamoradas, libres de sentir y experimentar algo puro, único, extraordinario y haciendo promesas entre besos y abrazos. Fue en ese mismo mar que los juntó y es este mismo mar que le hará tomar la decisión correcta.
Piensa en la voz del dueño de su corazón, en esa primera vez que cruzaron miradas, y ese hola suyo sin una pizca de miedo o vergüenza dirigido al hombre más lindo que había visto, y que a pesar de los años, a su vista sigue siendo el más increíble y hermoso. Las salidas, los almuerzos y cenas, su primera caminata en la orilla del mar agarrados de las manos, su primer beso. Pensándolo bien, este mar ha sido testigo de muchas de sus primeras veces.
Es demasiado, es como sentir que estrujan tu corazón, duele... lo que fue una lágrima, pasa a ser otra y otra, desbordándose de sus ojos, de las ventanas de su corazón afligido.
Se pregunta siempre ¿qué hizo mal?, ¿agobio mucho a Law?, no lo sabe en concreto, a veces quiere preguntar, pero cuando se arma de valor, ve a su esposo dormir plácidamente, y teme despertarlo. ¿Fue la monotonía? ¿El paso del tiempo?, ¿lo poco tolerante que fue? No lo sabe... debió preguntar cuando aún tenía tiempo, ahora no vale la pena, no cuando el divorcio es inminente.
Tres años de noviazgo y siete de casados, donde a partir del quinto año, algo cambió, Law llegaba mucho más tarde, cansado y eso le dolía a él, ahí empezaron las discusiones, las inseguridades y luego todo era diferente. Hoy es su aniversario de bodas, el año número 8 y el último.
Se limpia las mejillas con la manga de su abrigo, suspira, es un suspiro lleno de dolor y cansancio; ve su aliento salir en forma de humo, sonríe y sabe que tiene que hacer, su último acto de amor hacia Law.
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Se vende amor, dulces y placer
RastgeleSerie de mini historias Lawlu para endulzar el corazón y una que otra locura por ahi. Los personajes no son mios, pertenencen a Eiichirō Oda. Las imágenes y vídeos no son mios, créditos a sus respectivos autores.