· ͟͟͞͞꒰➳ Una joven asesina acaba drásticamente con su vida a causa de un simple error.
Gracias a una segunda oportunidad puede cambiar su destino, siguiendo tan solo tres sencillas normas.
El problema : Kiram, el chico al que odia...
☆━━━ En curso...
- Vamos. - Kiram me susurra al oído e inconscientemente mi vello se eriza de puro placer. Un deseo que no acabo de entender del todo y me desconcierta. - No podemos quedarnos aquí parados, es peligroso.
Me muerdo el labio pensativa mientras pienso rápidamente qué podríamos hacer a continuación.
- ¿Puedes hacer lo que hiciste el otro día? - Se ríe ante mí expresión de incomprensión, pero yo no le presto atención. - Si ya sabes, eso que hiciste para que llegásemos al desierto...
- ¿Qué? Yo no hice nada.
- ¿Fue tú amiga entonces? - Kiram mira a todos lados nervioso. - ¿Es ella una bruja?
- Ninguna de las dos somos brujas. Fuiste tú.
- ¿Yo, pero qué dices? - Aunque está de espaldas a mí, sé por si voz que está asustado. Más de lo que le gustaría. - Yo no tengo poderes, no soy un ser mágico. Ya te lo he dicho.
Esto último lo dice susurrando de nuevo, pero esta vez tan lejos de mí que me duele.
Un dolor que perfora recovecos en mi interior que pensaba que daba muertos desde hacía tiempo.
- Sé que en el fondo lo sabes, lo sientes. - Presiono para comprobar si reacción mientras me acerco lentamente para apoyar la mano en su pecho.
El contacto es tan íntimo que produce chispas a nuestro alrededor, chispas reales que acaban siendo llamas inmensas que nos rodean.
Kiram las mira asustado, como cualquier persona normal haría. Veo como diferentes soluciones de barajan en su mente.
Casi puedo sentir como los engranajes se mueven en su cabeza.
- Eso, es lo que debes apagar. - Señalo las llamas que lentamente han formado un escudo a nuestro alrededor. - Haz uso de tu poder, ahora.
- ¿Y si no puedo? - Suena desesperado y me conmueve. - No tengo magia, ya te lo he dicho Siara.
- Entonces moriremos. - Me encojo de hombros con una sonrisa tranquila. - Pero no te preocupes, yo renaceré de nuevo y me encargaré de que tú también, para así poder atormentarte durante siglos y siglos.
- Cuánta presión.
- Además, no te preocupes. - Mi sonrisa se extiende por mis facciones mientras mis manos forman una especie de corazón. - Si resulta que de verdad no tienes poderes, cosa que dudo, y casualmente no morimos. Te seguiré queriendo igual.
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Minutos después me doy cuenta de lo que he dicho pero ya es demasiado tarde para evitarlo.
Las bellas facciones de Kiram se tornan ligeramente rojas a causa de mi respuesta.
- ¿Me quieres, Narimet? - Su voz es tan melosa que me obligo a pensar con claridad y no dejarme llevar.
- No, yo no quiero a nadie. - Mi respuesta lejos de dañarle, le descoloca.
- ¿Y esa chica? La que buscamos.
- No estoy enamorada de ella, es... mi amante, más o menos. - Me quedo indecisa al intentar ponerle nombre a lo nuestro, pues no estoy segura de que es. - Pero eso a ti no te importa lo más mínimo, debes apagar el fuego.
- Ah, entiendo. No voy a apagar ningún fuego y lo sabes.
- Cállate e inténtalo.
Durante unos instantes, cierra los ojos y creo que lo está intentando.
Pero a continuación comienza a reírse de golpe.
- Esto es algo estúpido, no vamos a conseguir nada con esto.
- ¿Así que eso crees, eh? - Atravieso las llamas sin sentir dolor alguno, y a continuación, me sitúo enfrente de él. - En ese caso te ayudaré a conseguirlo de otra manera que puede que no te guste tanto.
- No serás capaz...
- Tú no sabes de lo que soy capaz niño. - Susurro con voz fría y un tanto inhumana. - Prepárate, tienes cinco segundos.
Pasados esos cinco segundos, en los que se ha dedicado a correr desesperado con llamas en la ropa, desato mis poderes y dejo que todo fluya.
Sin lugar a dudas, Kiram no sabe lo que le espera, y más le vale aprender a controlar lo que tiene en su interior.
O este será el último día que vea la brillante luz del sol.
