· ͟͟͞͞꒰➳ Una joven asesina acaba drásticamente con su vida a causa de un simple error.
Gracias a una segunda oportunidad puede cambiar su destino, siguiendo tan solo tres sencillas normas.
El problema : Kiram, el chico al que odia...
☆━━━ En curso...
El aire me acaricia las mejillas a medida que vamos cayendo.
Está todo oscuro, cosas que prefiero, por lo que me es imposible saber cuanto queda.
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La ausencia de miedo me asusta al principio, pero luego llego a la conclusión de que así es mejor.
Ya tendré miedo cuando vuelva.
Me arrepentiré todos los días de haber sido tan estúpida.
El revoltijo de mi estómago se agita y las arcadas que creía olvidadas, vuelven con más fuerza que antes.
Mi cabeza comienza a dar vueltas mientras la angustia me recorre el cuerpo.
Miles de emociones se extienden por mi pecho, dificultando mi respiración.
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Me llevo las manos a la cabeza intentando contener el dolor que invade.
Antes de que pueda hacer nada, llegamos al sitio donde creía que ya nunca volvería.
Mi mirada se posa en Kiram, que con una sola mirada, consiguw relajarme y hacer que olvide todo lo que pasará.
Me inclino, con un deseo repentino de besarle, pero es demasiado tarde.
Llegamos.
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【☆】
• ☆ • KIRAM • ☆ •
U
na sensación incómoda me despierta.
Siento el cuerpo pesado y a causa de esto por poco no me doy de bruces contra el suelo en un intento por incorporarme.
Por muy extraño que parezca no siento mi cuerpo.
Asustado estiro el brazo, pero al hacerlo tengo la misma incomodidad que antes.
El brazo no es mío. El pie que ahora muevo tampoco es mío. Los ojos con los que puedo observar todo lo que me rodea, no me pertenecen.
Este no es mi cuerpo, no sé cómo pero simplemente lo sé.
Soy capaz de sentirlo en mi interior.
Este no soy yo.
Camino por la diminuta habitación en la que me encuentro.
Es toda gris, me recuerda a los lugares que mi mente imaginaba mientras intentaba dormir.
La ausencia de colores me confirma que nadie se ha tomado el tiempo necesario de decorarla con esmero. Viendo las paredes vacías, pocos creerían que aquí habita alguien.
O mejor dicho, que ese alguien tiene vida. Cosa que los colores de las paredes, no pueden decir.
Mi mirada va a parar en un espejo colgado detrás de lo que supongo que será una puerta.
Arrastro los pies descalzos por el suelo, y me detengo al llegar a ese curioso objeto que no es un espejo pero se le parece bastante.
Consiste en una cascada de agua de diferentes colores, que al tocarla se solidifica formando el objeto que yo ya conozco.
Lo más interesante es que antes de llegar a tocar el suelo, el agua se convierte en un vapor rosado que me rodea con su fragancia de fresa y frutas del bosque.
Me quedo durante unos minutos observando el agua y jugando con ella, hasta que, cuando reúno el valor suficiente levanto la cabeza y me observo.
Unos ojos verdes me devuelven la mirada, y una sonrisa se extiende por mi rostro.
El pelo marrón cae sobre mis ojos y extiendo una mano para apartarlo.
Pero me fijo en una cosa, mis dedos son largos y finos.
Demasiado delicados.
Alargó el brazo para abrir la ventana, un bonito paisaje nocturno se extiende ante mis ojos.
¿Dónde estoy y quién soy?
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