—Oh, vaya. Eso sí que es inesperado.— responde Robin mientras acaricia la cabeza del niño.
Crocodile le había comentado todo lo sucedido a su asistente —amiga— cuando este le pidió asesoría de como cuidar a un perro. Robin llegó con la ilusión de al entrar a la puerta encontrarse con un gran perro aterrador, pero fue gran sorpresa para ella encontrarse directamente con una cosa diminuta con orejas redondas y una colita esponjosa. El hecho de ser un niño híbrido fue lo que la dejó perpleja, pero cuando Croc le explicó todo pudo entender mejor.
Ya habían pasado tres días de tener a "La cosa" o "Pequeña mierda" —así la solía llamar— en casa. Habían sido los días más agotadores de su vida.
La pequeña mierda siempre lo despertaba temprano porque era una bola de energía viviente. Su rutina había sido detenida por completo por culpa de esa pelusa.
—Mandaré a alguien a investigar esto.— dijo Robin, tecleando su teléfono. —¿Qué planea hacer con el niño?— y miró hacia abajo, donde el niño se encontraba en su regazo jugando tranquilamente con un juguete para morder.
El mayor miró al cachorro, quien al notar su mirada miró a Croc y le sonrió mientras le extendía sus brazos para ser cargado. Crocodile se lo llevó a su regazo y la pequeña mierda apoyó su cabeza contra el pecho del mayor mientras empezaba a juguetear con las manos del más grande.
Pensó seriamente en las palabras de Robin mientras miraba a la criatura. —No me importa cuidarlo un rato más.
—Si va a estar con usted un tiempo, ¿no debería conseguirle ropa de su tamaño?
Eso era cierto. Había cortado varias camisetas ya que el niño se ensuciaba jugando en el patio trasero. no parecía ser suficiente.
Se alistaron para ir al coche, proseguido el niño no parecía contento con subir a uno, gruñendo al coche al instante que lo vio.
—¿Qué rayos te pasa?— pregunta Croc, agachándose para poder cargarlo. Al momento de ser cargado el pequeño se aferra con fuerza a él, como si su vida dependiera de ello.
—Uuh, uuh..— aulló cuando hubo un intento de separarlo de Crocodile.
—Quizás está asustado.— dice Robin con una expresión de preocupación.
Crocodile gruño ante esto antes de acariciar la cabeza del niño. Esto hizo que levantara su mirada sorprendido—. Oye, estará bien, no temas.—dijo con cierta incomodidad. No estaba acostumbrado a consolar a la gente, mucho menos a críos.
El niño se quedó quieto antes de darle una gran, brillante, deslumbrante y radiante sonrisa.
Una vez en el centro comercial, la gente murmura y parecen tensos. ¿Quizás es por Crocodile? Siendo sinceros, su altura, su rostro aterrador acompañado con su cicatriz y su cola de cocodrilo lo hacían ver imponente y terrorífico. Aparte, no era común ver híbridos de reptiles. Comúnmente se veían gatos, perros conejos, incluso osos.
Los mayores no parecían darle mucha importancia, pero el niño parecía intensamente curioso. Fue retenido gracias a los fuertes brazos de Croc que lo sostenían para que no saliera corriendo, además de lo fácil que podría ser perderlo entre la multitud.
De cualquier modo lograron llegar a la tienda de ropa y el cachorro fue dejado en el suelo por el cocodrilo.
El niño movía su cola de lado a lado con los ojos brillantes, no parecía haber visto un lugar así antes. Segundos de que estuviera pensando en salir corriendo a verlo todo Robin lo sostuvo de la manita, obligándolo a mantenerse a su lado y ayudarlo a mantenerse de pie —debido a que estaba caminando en cuatro patas—.
El menor gruñó levemente y la mujer soltó una leve risita.
—Es por seguridad, no quisiéramos perderte.— le dijo con una voz tranquila pero amistosa.
Él bufa pero no se suelta.
Una de las trabajadores de la tienda se acerca al ver que se encuentran quietos cerca de la entrada—, ¿Necesitan ayuda?— pregunta con una sonrisa nerviosa. A pesar de no estar haciendo nada, Crocodile le causaba temor.
—Buscamos la sección de niños.— contestó Robin.
La dependienta asintió y amablemente les condujo hasta la sección deseada.
A pesar de no saber la talla del niño, Robin se las arregló en conseguirle algo que le quedara —ya que se lo hicieron probar a la fuerza debido a que se resistía—. Croc se quedó a un lado observando su alrededor pensando que es lo que había hecho mal en su vida sin contar sobre la mafia.
Las personas cercanas pasaban rápidamente, evitando su mirada, haciendo que poco a poco la sección de niños quedara casi vacía.
—¡Aah!— escuchó, y dirigió su mirada hacia sus acompañantes.
—Pero lastimaras tus piececitos si no te pones zapatos.— dice Robin hacia el niño, el cual estaba sentado en una banca.
Vio los zapatos tirados en el suelo, supuso que los había lanzado. No habían tenido muchos problemas, no obstante, ahora se encontraba gruñendo ferozmente, aparentemente enojado. Parecía no gustarle los zapatos. Y terminó por chocar su mirada con la de la mujer.
—Te hará más caso que a mi.— haciendo que a Croc le surgiera un tic en el ojo.
Se acercó amargamente y agarró al cachorro rabioso por la parte trasera —de su camisa— Oye mocoso ponte los zapatos.— ordenó intimidante, pero el niño sólo pataleó para que lo soltara. Era la primera vez que hacia eso.
—Si no podemos ponerle zapatos, podrías buscar una alternativa. Yo seguiré viendo ropa para él.— antes de que pudiera responder, Robin ya se encontraba en la otra punta de la sección.
Él solo la maldijo en sus adentros. a Robin le encantaba los niños, todo lo contrario a él.
Realmente intentó hacer que se pusiera zapatos, pero no lo logró y se empezó a desesperar. Los lanzaba y huía. Croc tuvo que humillarse agachándose para recogerlo de un escondite entre la ropa.
—¡Bien! ¡No te pongas zapatos!— exclamó frustrado.
El cachorro se rio antes de ser agarrado de la camisa, ser sentado y obligado a ponerse unos crocs con boca de cocodrilo y ojos . El menor miró sus pies curiosos ante estos objetos, luego se puso de pie y saltó con ellos, haciendo que las pupilas de los ojos de los crocs se agitaran, haciéndole aguantar una risa antes de no poder aguantar mucho más tiempo la carcajada.
Crocodile golpeó su rostro para retener su frustración. Por lo menos hizo que se pusiera algo en los pies.
Finalmente, después de la larga y estresante —para Crocodile— compra, se dirigieron a casa nuevamente.
El mayor cayó en el sofá rápidamente derrotado mientras que la pequeña mierda daba vueltas alrededor con su nueva ropa y saltaba con sus crocs. Robin no ocultó que se lo estaba pasando bien al ver a su jefe tan agotado y gruñón. También tomó fotos del niño.
Aunque toda la diversión para el menor se fue cuando uno de los ojos de los crocs se despegó.
Los mayores quedaron en un silencio tenso.
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El cocodrilo y su cachorro [One Piece]
FanfictionSer un ex-jefe de la mafia es algo duro, pero cuidar a una bola de pelos lo es todavía más. Crocodile jura que si el bando enemigo no acabo consigo, Luffy lo haría, y no sería con armas sino con su brillante y radiante sonrisa la cual siempre atorme...