El Arreglo

El Compromiso

Jaekyung lo dejó sólo después de decirle que iría con su ministro de relaciones exteriores para que la reunión oficial pudiera ser programada, le dio la impresión que se veía emocionado, cómo un niño que obtiene lo que quiere. No era para menos, acababa de hacerlo aceptar su propuesta con poco espacio para que se negara, todo porque sabía que su abuela era su punto débil y lo había comprobado al mencionar su enfermedad y el tratamiento.

Suspiró, el Alfa estaba tan ansioso por cerrar el trato que lo más seguro es que la reunión se llevara a cabo ese día, lo que implicaba que no podría regresar a casa por el momento, incluso se atrevería a decir que pasaría mucho tiempo antes de que pudiera ver su palacio de nuevo. Después de contraer matrimonio con el Rey Lobo tendría que vivir a su lado en ese enorme lugar... él solo...

—Majestad, que bueno es verlo de pie— la voz de su ministro de relaciones exteriores lo puso tenso al instante, pero pudo recuperarse a tiempo para ajustar su expresión y voltear a verle con una agradable sonrisa.

—Ministro, es un gusto verlo también— quiso reclamarle por la repentina aparición pero sabía que el hombre debía haber estado preocupado por él todo ese tiempo —Ha sido todo muy repentino, y la verdad debí haber escuchado sus consejos para pasar mi celo en un hotel seguro, pero no me esperaba reaccionar de la forma en la que lo hice. Aunque pasaron cosas buenas— sonrió, sabía que debía preparar un poco el camino para cuando anunciara que se comprometería con el Rey de los Lobos.

—El doctor me dejó visitarlo un par de veces para comprobar su estado, y me alegré al comprobar que lo estaban atendiendo muy bien. Aunque debo confesar que me siento aliviado de que la reunión oficial sea tan pronto, así podremos regresar a nuestro territorio rápidamente, no me he sentido del todo cómodo en este lugar— Dan torció el gesto, no podía decirle que él no regresaría al territorio de los ratones... pero entendía a la perfección porque se sentía incómodo en ese palacio, él apenas llevaba unas horas consciente y ya me parecía que todos ahí eran muy extraños.

—Puede ser un poco abrumador este territorio, pero no está tan mal, todos parecen haber sido muy amables mientras estaba pasando por mi celo y lo agradezco mucho. ¿A qué hora han programado la reunión?— el ministro sacó su celular y verificó la hora, no parecía darse cuenta del tono en que su gobernante le estaba hablando, aunque pronto descubriría que las cosas no volverían a ser como antes.

—En tres horas Majestad, puedo enviar a un par de sirvientes a que lo ayuden a vestirse— Dan negó con la cabeza, necesitaba un tiempo a solas para asimilar todo lo que estaba sucediendo, el ministro comprendió y asintió con la cabeza. —Vendré por usted cuando sea el momento, descanse y despeje su mente un poco, sé que el Rey Lobo puede llegar ha ser muy intimidante, pero estoy seguro que lograrán llegar a un acuerdo que nos beneficie— no espero respuesta de su gobernante y después de darle una reverencia salió de la habitación.

Kim Dan se llevó una mano al rostro y se sintió frustrado, tenía que poner su mejor cara para enfrentar al Rey Jaekyung y aceptar de buena gana las declaraciones que harían en la reunión oficial. Su mano bajó hasta tocar el collar en su cuello, el que protegía la integridad de su glándula principal de feromonas, el lugar que el Alfa mordería para crear su lazo cuando se casaran. Era uno de sus tesoros más preciados, solía pertenecer a su madre, ella lo había llevado por seis meses antes de enlazarse con su padre y tenía grabado en el frente el emblema de la familia real de los ratones.

Su abuela solía leerle cuentos de hadas cuando era pequeño, y la mayoría terminaban con un Alfa y un Omega creando un lazo y viviendo felices para siempre. Desde entonces se habían quedado grabadas en su cabeza esos ideales, esa era una de las razones por las que se había negado a comprometerse con todos los Alfas que habían llegado a pedir su mano, porqué quería creer que esas historias para niños tenían algo de cierto y que eventualmente podría conocer a la persona indicada para él. Pero estando en esa situación, a punto de aceptar a un hombre impredecible como su esposo, le recordaba que sólo había estado viviendo en una fantasía irreal. En poco tiempo incluso el valioso collar de su madre terminaría de regreso en la bóveda a la espera de que alguno de sus herederos lo usara...