La percepción de un padre

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Si piensas en cualquier momento que toque tus emociones, es muy probable que este guardado en tu memoria. Creemos que sólo vamos a recordar lo bueno, lo que nos hace sentir de manera positiva y no todo el tiempo es así. Soy consciente que permanecer en un estado de nagatividad no es sano, pero soy de los que cree que recordar lo malo nos hace mejores. Recordar en lo que crees que fallaste te obliga a reiventarte, a hacerte preguntas difíciles y a indagar dentro de ti. Estoy convencido de que todos deberíamos hacer estas tres últimas cosas.

Una verdad dura de aceptar

Me gustaría decir que después de que pasa un tiempo, la sensación de pérdida desaparece. Puedes ser la persona más positiva de este mundo y llegan días como las navidades, el inicio del nuevo periodo escolar o algo tan simple como el olor de su comida preferida. Casi siempre se sienten sentimientos de tristeza y pérdida.

Negación

Recuerdo claramente cuando terminó el funeral: todos, supongo que impactados con lo ocurrido, hicieron lo que debían hacer: marcharse a sus casas y continuar con sus vidas. A mi me era imposible hacer eso. ¿Cómo continúo si mi hijo no está en casa y tampoco esta de viaje? ¿Cómo vuelvo a casa sin el? Peor aún: ¿En que momento mi hijo se convirtió en cenizas? ¿Es probable que todo esto sea una pesadilla?
Conciliar el sueño fue lo más difícil para mi. En las primeras 24 horas estaba en un estado mental tipo "shock", me costaba asimilar lo ocurrido. Debido a eso no dormía, o no lo hacía durante largos periodos de tiempo. Eso trajo consecuencias terribles para mi cuerpo, sumándole a eso la falta de apetito.
Una de las primeras cosas que me ayudaron a lidiar con mis emociones fue escribir. Escribí mucho durante esos días. Sentía una sensación de ligereza al hacerlo, pero al paso de un par de horas, estaba cargado de emociones negativas nuevamente.

Ira

Frustración e impotencia, son las emociones negativas que sentía en esta etapa. El pasar de los días te demuestra que la realidad no va a cambiar. Recuerdo tener la necesidad de aislarme, para a veces gritar y otras tantas veces llorar. Me culpaba por lo sucedido. También culpaba a otros y eso se reflejaba en mi actitud para conmigo y con los demás. La mayor parte del tiempo estaba irritado, lidiando con sentimientos de odio hacia mi mismo y hacia la divinidad. ¿Por que no estuve más pendiente de el? ¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta del peligro inminente y esto ocurriera? Yo estaba presente. ¿Por qué no pude evitarlo? ¿Que clase de padre soy? Había fallado como protector de mi hijo. ¿Por que Dios permitió que esto le sucediera a mi hijo de 10 años? ¿Por qué mi hijo? ¿Por qué Dios decidió abandonarnos y no escuchar nuestras súplicas? ¿Que clase de Dios permite que los niños mueran? Eran muchas las interrogantes y pocas las respuestas. Busque mucha información sobre la divinidad, tratando de hallar algún tipo de consuelo, pero para mi sorpresa: no encontré paz ni calma allí. Según lo investigado, ninguna religión ni su enfoque con la muerte me daba tranquilidad porque no podía cerciorarme de que lo que decían era real. Necesitaba pruebas.

Negociación

Los pensamientos que me venían eran tipo: "si hubiese actuado de esta forma...." o "si hubiese sabido que...." Entra en juego una necesidad por recuperar la realidad pasada.

Depresión o tristeza

Sientes que no tienes motivos para continuar con tu vida. Me era imposible tratar de pensar en reponerme. Vuelves a la realidad y te das cuenta del enorme vacío que hay en ti. Lo más difícil de esta parte era lidiar con las emociones en casa, del resto de hijos y de mi actual ex esposa. Ellos, sin saberlo; hacían despertar en mi unas ganas enormes de querer ser más fuerte. Los veía, apaleados, al igual que yo, pero no quería que sintieran todo eso. Quería ayudarlos y al principio no sabía como, pero los sentimientos de protección que sentía hacia ellos me dieron la fuerza para intentar reponerme e intentar reponerlos a todos. Fueron las cosas sencillas las que generaron un cambio en la nueva dinámica familiar:

- Levantarme de la cama
- Cocinar
- Ducharme
- Salir de casa

Aún tenía un montón de preguntas sin responder, pero mi actitud debía cambiar en pro de los míos. Recuerdo en ese momento una tía ofreció pagar ayuda psicológica exclusivamente para mi, pero decidí no hacerlo. Estaba enfocado en mis hijos, en el que tenía 5 años sobre todo, pues ambos eran muy unidos. Mi hija de 1 año estaba haciendo y actuando como siempre, aunque recuerdo que decia su nombre, el de su hermano mayor fallecido. "Walner... Walner...." decía.... Estaba también enfocado en mi ex esposa, pues sentía que debía salvarla a ella, a ellos, no a mi. Sentía que yo no merecía tal esfuerzo. Debía darles calma. "Actuar" de ser necesario, como si de una obra de teatro se tratara. Debía arrancarles el sufrimiento que sabía sentían. Aún no pensaba en mi como prioridad. El amor hacia ellos me dio la fuerza para poder mejorar. Es increíble el poder que tiene el amor en el mundo, ¿no crees? Todo un tema para indagar con muchas ganas en otra historia.

Aceptación

Llegue a un punto donde entendí y/o acepté que mi hijo no iba a volver, que no iba a verlo nunca más. ¿Que podía hacer entonces para vivir con ello? Aprender a vivir con esa ausencia. Esa es la respuesta. Como dije, comencé con cosas pequeñas que dieron salto a otras más importantes. Parece imposible, pero puedes volver a encontrar felicidad y un propósito en la vida. Disfrutar de nuevas experiencias trae sensación de remordimiento, pero estoy seguro que no significa que le estoy siendo desleal a mi hijo. También estoy seguro de que hice lo que pude con las herramientas que tenía en ese momento y también: LO DI TODO DESDE EL DÍA UNO. Los hijos te cambian la vida. Te enseñan a amar de manera pura. Te muestran nuevas fuentes de alegría y otras formas de ver el mundo.
Mi querido Walner, mi pequeño gran hijo afrontó la vida como un valiente. A pesar de todo lo vivido caminó con determinación, con alegría y así quiero recordarlo.
Hay una frase que el repetía mucho y que hoy, sin duda alguna es parte de su legado: "Un Arenas nunca se rinde". Gracias por esa frase hijo. Has logrado mantenerme vivo todo este tiempo con tus palabras.
Han pasado tres años y nueve meses en el momento en el que escribo estas líneas y les confieso que he tenido que parar de escribir un montón de veces. Hablar de él se siente como estar en una montaña rusa pero de emociones. El amor que siento por el, permanecerá en mi, de manera intacta, no importa que ocurra. Abrazo los recuerdos porque se que estarán siempre presentes y forman parte de mi. Me abrazo a mi, a mi yo de antes y a mi yo de ahora, porque como dije al principio: RECORDAR LO MALO ME HACE SABER QUE HOY SOY MEJOR QUE AYER Y LA VERDAD ES QUE ESTOY ORGULLOSO DE ESO.

En memoria de:
Walner Arenas
Caracas, 29 de Abril de 2009
Quito, 05 de Noviembre de 2019

La pérdida de un hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora