4. Sabiduría

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En mi imperfecta mente

hubo una vez tan magnánima tregua

que nació un bello afluente,

mi mar en una legua,

más sagaz y hábil que cualquier tapegua.


El afluente es la paz

que proclamó aquella reina sapiente.

Fue ella quien, taz a taz,

dio lo correspondiente.

Lanzó su daga e ignoró lo hiriente.


Y al rey ella hechizó.

Cuando estuvo él inmóvil, lo amarró.

Y entonces priorizó

la senda que él erró.

Las heridas de la guerra borró.


La reina le habló entonces

al soberano del reino enemigo:

"Te conformas con bronce,

necio; ¿luchas conmigo?

¿Conmigo, que con saber te bendigo?


¿Y qué si puedo ver,

porque recibí alta sabiduría,

más allá del poder?

Tu reino, cada día,

viene a pregonar fuerza y rebeldía.


Es menester que entiendas

que nuestros reinos no son enemigos.

Suelta las falsas riendas

y abre ya tus postigos.

Nuestra unión resarcirá los castigos".


Mi rey se preguntó

si ella quería paz definitiva.

Mi reina le mostró

la alianza más altiva.

¡He ahí, en su dedo, la alhaja festiva!


CSOL: Cosas abSOLutasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora