IV EPILOGO

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5 años después

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5 años después.

Me bajo del auto y camino con impaciencia hasta la puerta de mi casa, luego de pasar diez horas fuera de casa lo único que me apetece es volver a ella.
Amo mi trabajo, amo ser dueña de una cafetería, amo todo lo que me rodea ahí, pero amo más lo que me espera en mi hogar.

Abro la puerta y lo único que hago es buscarlo con ánimo, al no verlo en la sala, subo las escaleras para ir directo a su habitación, llego y frunzo el ceño al no verlo ahí como de costumbre. Cierro la puerta y voy a mi habitación por último y la imagen que me regalan es lo más tierno y gracioso qué he visto en estos años.

Sonrío.

—-Gracias al cielo llegaste, amor. Help me.
S. O. S. Socorro —dramatiza buscando ayuda, mirándome con anhelo aquellos eléctricos ojos.

Me quedo ahí viendo a mi esposo frente al computador y junto a nuestro bebé Kevin de ocho meses aferrado al borde del escritorio, tratando de alcanzar el teclado inalambrico, ya está aprendiendo a caminar por lo tanto se aferra a cualquier borde para levantarse. Y ahí está él, luchando para mantener vivo a nuestro bebé mientras trata de prestar atención a la reunión virtual de su trabajo.

Sonriendo me les acerco y tomo a nuestro bebé en brazos.

—mil gracias. —me susurra.

En respuesta le doy un beso.

—Eres la mejor ¿ya te lo había dicho? —alaga y me sonrojo porque nunca me acostumbrare a cualquier de sus halagos. Para mi son todo lo que necesito en mis días malos.

—lo sé, soy genial. —bromeo.—Mami es genial ¿cierto? —digo mientra mimo a nuestro bebé.

Somos genial. Digo para mi misma viéndonos, tan juntos, tan nosotros, tan nuestros. El sentimiento de sentirme completa vuelve y me pongo sentimental.

—Rett. —le llamo

—hmm. —balbucea sumergido en la reunión.

—Te amo.

Su mirada azul eléctrica se levanta y se conecta con mis opacos ojos. Se quita los auriculares y se levanta quedando junto a mi. Con una mano rodea mi cintura y me pega a él aun teniendo yo nuestro bebé en brazos. Me toma la barbilla y une nuestros labios en un dulce y suave beso.

—Yo también te amo, mi coqueta Scarlette.

Fin.

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Perversa confusión. (LIBRO I) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora