Capítulo 2: Sombras

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JANINE

Me desperté en la tranquilidad familiar de la casa de mis padres, donde cada rincón resonaba con recuerdos de la infancia. El aroma tentador del desayuno se filtraba por las rendijas de la puerta, anunciando la promesa de un nuevo día. Con una sonrisa en el rostro, me preparé para enfrentar lo que el día tenía reservado.

Abajo, el ruido de las voces familiares llenaba la cocina. Isabella, Lina, mamá y papá estaban reunidos alrededor de la mesa, compartiendo risas y planificando las actividades del día. Me uní a ellos, sintiendo cómo la energía familiar me envolvía y me llenaba de calidez.
-Jani, Lina me estaba comentando que van a ir al pueblo, has traído la cámara? - Mamá inquirió curiosa.
Mis padres no estuvieron muy de acuerdo con mi deseo de estudiar fotografía y trabajar de ello, eran un tanto convencionales. Pero cuando les demostré lo apasionada que era y lo mucho que me gustaba no objetaron más palabra en mi contra. Mi padre me regaló mi primer cámara a los 15 años y desde ahí que no desee nada más ni nada menos que ser una fotógrafa exitosa y trabajar para National Geographic Society. Solo me quedaban 2 años para terminar mi carrera.

- No me perdería de capturar la arquitectura de Bilbao ni las playas que tanto extrañé durante el año. Además Lina quiere que le tome fotografías posando. - dije con entusiasmo.
-Dice que es para su portafolio como actriz - comenté por lo bajo sonriendo.
Lina era muy extrovertida, amaba que le tomara fotos en cualquier momento y circunstancia y yo le hacía justicia.
-¿Nos acompañas Isa? - pregunté mientras me servía café en mi taza favorita color verde lima.

- No, lo siento. Acompañaré a mamá y papá al trabajo, les vendría bien una mano y ayuda para organizar sus finanzas. - dijo con ilusión.
Isa trabaja en finanzas empresariales en Boston, y siempre está preocupada por nuestros padres, siempre está al pendiente y es muy atenta, no se le escapa nada.
- De acuerdo, tendremos el teléfono al pendiente por si requieren de nuestra ayuda. -

Los rayos del sol entraban por las ventanas, pintando destellos dorados sobre la mesa de madera pulida. El aroma de los croissants y el café llenaba el aire, y mientras charlábamos, el ambiente se llenaba de risas y amor compartido. Planificamos nuestra visita a las playas cercanas y las ideas para explorar la ciudad.

Por la tarde, mientras los rayos del sol comenzaban a declinar, mamá, papá e Isabella se preparaban para ir al puerto a trabajar. Decidieron llevarme a mí y a Lina a la ciudad para ayudar con la distribución de volantes, preparé algunos ofreciendo mis servicios como fotógrafa para pasar el tiempo durante mi estadía, tenía dinero ahorrado para estas vacaciones pero quería ayudar a mis padres.
La brisa del atardecer era refrescante mientras caminábamos por la carretera principal del pueblo, y mi cámara colgaba cómodamente de mi cuello.

Lina y yo charlábamos animadamente mientras colgábamos los volantes en las farolas y postes, anunciando los eventos próximos en el pueblo. A medida que avanzábamos, llegamos a la antigua iglesia que se erguía como un testigo silencioso del tiempo que había transcurrido. Mis pensamientos se desviaron hacia aquellos días en que corríamos por el jardín trasero de la iglesia, hubo un tiempo donde solíamos asistir todas las semanas y recordé cómo pasábamos el tiempo con las amistades que entable en ese mismo lugar.

Al acercarme a la iglesia, noté que había sido renovada y agrandada, pero la madera envejecida seguía resonando con su historia antigua. Saqué mi cámara y capturé cada detalle, desde las puertas de madera gastada hasta las vidrieras coloreadas que danzaban con la luz. Mientras tomaba fotografías, algo llamó mi atención en el jardín.

Una sombra, fugaz y misteriosa, se asomó entre los árboles. Apenas logré divisar una figura alta, de cabello oscuro rizado y tez pálida. El corazón me latió más rápido mientras tomaba una fotografía, capturando la imagen incierta en mi cámara. Una sensación de intriga mezclada con inquietud comenzó a apoderarse de mí.

Mis ojos siguieron la sombra hasta que mi cámara encontró al muchacho que la generaba. Su mirada se encontró con la mía, y sentí cómo un escalofrío recorría mi columna. Sus ojos parecían penetrar en lo más profundo de mi ser, y mi cuerpo se tensó involuntariamente. Antes de que pudiera comprender completamente lo que estaba sucediendo, tomé otra fotografía.

En el lente de mi cámara, vi al muchacho agacharse y enterrar algo en el suelo. Mis pensamientos giraron en un torbellino mientras mis dedos apretaban el obturador. Era un pañuelo de seda, envolviendo algo pequeño. La preocupación creció dentro de mí cuando la sombra se giró de repente, como si hubiera captado mi presencia.

Nuestras miradas se encontraron de nuevo, y esta vez, su rostro expresaba sorpresa y una pizca de alarma. Me sentí atrapada en su mirada, como si una fuerza magnética nos conectara en un momento etéreo. El silencio reinó entre nosotros, solo roto por el suave clic de mi cámara. Las emociones en su mirada eran difíciles de descifrar, pero había algo en él que resonaba en algún rincón oculto de mi ser.

Raíces Inmortales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora