Papá, cuéntame una historia

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Papá—la voz de un niño de nueve años se hizo presente en la habitación del mafioso pelirrojo, que levantó la vista de los documentos que estaba revisando frente a su escritorio de madera.

Oh, Kyū—el mafioso sonrió al ver a su hijo, que tenía cara somnolienta y sujetaba su muñeco entre sus brazos—. ¿Qué haces despierto? Son casi las once, deberías estar durmiendo hace ya un rato.

—¿Es cierto que vas a una misión al extranjero y estarás lejos un tiempo?—preguntó el de cabellos dispares.

Chūya frunció el ceño al escuchar aquello y contestó:

Así es. Pero volveré en dos meses, y tu abuela Kōyō te cuidará junto a tu tío Karma.

—Yo no quiero que la abuela o el chico cicatriz me cuiden, yo quiero que me cuides tú—el niño se acercó a su padre.

Lo siento, vida mía, pero son cosas del trabajo—respondió apenado el recién estrenado mayor de edad.

Kyūsaku bajó la mirada, triste, pero se le iluminó el rostro y dijo:

Papá, cuéntame un cuento, porfa, como cuando tenía seis años.

El mafioso sonrió, dejó los documentos a un lado y tomó en brazos a su hijo. Se levantó y se dirigió a la cama para después, tumbar allí a su hijo y tumbarse él.

¿Y de qué quieres que sea el cuento, Kyū?—preguntó Chūya.

Uno inventado, de los que cuentas tú tan bien—respondió el niño mientras se abrazaba a su muñeco.

Chūya bajó la mirada y frunció los labios, pensando una historia que contarle a su hijo. El recuerdo de una melena castaña pasó por su mente, y una bombilla se encendió en ésta.

Érase una vez, un príncipe, no, ¡un rey!—comenzó a relatar Chūya—, que vivía rodeado de sus súbditos. No era un rey perfecto, pero era justo, y sabía gobernar su reino con mente fría y audaz. Un día, recorriendo las calles de los alrededores de su reino, conoció a un... bufón... sí, un bufón. El rey reconoció al bufón como alguien que vivía en el reino enemigo, por lo que se dispuso a defenderse con sus habilidades, pero el bufón era más ágil, por lo que intuyó las intenciones del rey y le frenó los pies.

Chūya suspiró y se golpeteó la mandíbula para ver cómo continuaba el relato.

En aquel momento, un gran hechicero, que era el gran enemigo de ambos reinos, los atacó, pero el bufón evitó que ocurriera una desgracia llevándose al rey lejos de allí, hasta el castillo del reino, donde residía el rey de las tierras de por allí. Resultaba que el bufón no era otro sino el príncipe de aquel reino, pero el bufón había escapado para no seguir el camino de su vil padre.

El mafioso siguió relatando la historia que comenzaba a surgir en su cabeza, tomando como base su propia vida. Conforme relataba, su hijo quedaba asombrado por las maravillas que su padre le contaba.

Un aciago día, el mejor amigo del príncipe se marchó del castillo para poder vengar a sus hermanos, y el príncipe no pudo hacer nada para detenerlo. El antiguo rey y ángel de la noche, viendo la preocupación del príncipe y con toda la tristeza del mundo, le aconsejó que fuera a ayudar a su amigo—dijo Chūya—. Pero cuando el príncipe llegó a donde estaba su amigo, se lo encontró moribundo. Su amigo le pidió que cumpliese su última voluntad:que se alejase del castillo de su padre y ayudase a los súbditos de éste, que tan necesitados estaban. El príncipe se lo prometió, y su amigo al fin pudo descansar en paz. Siguiendo lo que su amigo le había pedido, el príncipe se marchó, dejando todo atrás:a su padre, a su hermana, sus lujos... y también, a su compañero, el antiguo rey.

Papa, erzähl mir eine Geschichte [Chūya/Kyūsaku ft. Dazai and Karma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora