22.

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—no puedes amarme, no te dejo—Felix dijo, todavía apoyado en su gato.

Hyunjin mantuvo su mirada fija—no me importa, puedo amar a quien yo quiera y te amaré a ti.—la risita divertida de Yongbok le hizo cosquillas.

—te lo digo en serio—susurró Felix con un suspiro—no soy lo que crees que soy, realmente hay mucho de mi que no conoces y que posiblemente no puedas conocer jamás.

—está bien, tu lo dijiste, un secreto es lo más valioso que puede tener una persona, tus secretos son tuyos, no tengo por qué querer intervenir en ellos o involucrarme en lo que no quieres decirme, yo solo... Solo me gusta como me haces sentir.—avergonzado y resignado corrió la mirada—¿Es un rechazo? ¿Debería llamar a Chan para que venga a buscarme?

Felix sintió su corazón oprimirse, estiró la mano y tomó la de Hyunjin—no es un rechazo, es una advertencia, lo sabes tan bien como yo—el Idol volvió a levantar la mirada para verlo y Felix continuó hablando—esto es demasiado riesgoso para ambos, tu carrera, la mía, la de nuestros compañeros, mis asuntos personales, tus propios asuntos, enamorarnos nos limita.

—pero no como personas, somos humanos también—quizás la voz le tembló un poco, sabía lo que estaba tratando de decirle Yongbok, pero el calor que se extendía por su cuerpo, como una brasa que demora en apagarse, le era suficiente para armarse de valor—algún día nuestra belleza y juventud se habrá extinguido, y lamentaría muchísimo no haber dicho lo que siento por temor a perder el apoyo de millones de fanáticos que tal vez ni siquiera me acompañen hasta el final de mis días.

En ese instante, a Felix le habría gustado ahorrarse todos los problemas en los cuales se estaba por meter, podría haberle dicho a Hyunjin que no se sentía atraído por él y que había malinterpretado las cosas, podría haberle roto el corazón y haber visto como su amigo llegaba a buscarlo para llevárselo.

Pero egoístamente se aferró a él.

Porque podía intentar engañar a su propia mente y a todos alrededor, pero no a su propio corazón.

Se sentía solo y Hyunjin había sido inesperadamente reconfortante para su corazón.

Porque ser Yongbok le mostró una realidad totalmente distinta a la suya, ser una Idol veinteañera rodeada de fanáticos y acosadores que cruzaban el borde de lunáticos le arrinconó a un círculo más reducido del planeado.

Ver la realidad de otras personas de su edad, cuando él desde joven se inclinó a ser como su padre lo aturdió.

No es que no quisiera ser un espía, pero habría sido bueno conocer el mundo un poco más antes de insertarse en una misión que duraría por el resto de su vida, en dónde nunca jamás tendría la oportunidad de revelar nada más de sí mismo, que viviría por siempre fingiendo ser alguien más.

Hyunjin tragó saliva al ver que Yongbok no le dijo nada más y pareció inmersa en sus pensamientos—está frío—decidió decir—a pesar de que es verano.

Felix abrazó a su gato y se acomodó en un rincón del banco, miró hacía el cielo estrellado y suspiró—¿Qué expectativas tienes sobre nosotros?

—nada—susurró el chico de cabellos oscuros—sé que no podemos hacer nada al respecto y curiosamente no te idealice—sus mejillas se sentían calientes, era vergonzoso hablar abiertamente de sus sentimientos, pero sabía que tenía que hacerlo—solo me gusta el cosquilleo en mi vientre al saber que te veré, me gusta la emoción desordenada cuando veo un mensaje tuyo y cuando te miro—Hyunjin tragó saliva, observando el perfil de Yongbok.—me gusta lo que veo, incluso me gustan los matices de tu personalidad que no nuestras públicamente, cada vez que nos conocemos un poco más no puedo evitar sentir como si estuviera deshojando una rosa, cada pétalo que muestras me gusta incluso más que el anterior y cuando estás lo suficiente cerca como para sentir tu respiración contra mi piel, no puedo evitar embriagarme en el dulce perfume que utilizas, y deseo que el aroma permanezca en la punta de mi nariz lo suficiente como para poder soñar con el e inevitablemente soñar contigo.

Idol yongbok hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora