En como Adalet desea ser libre y conocer el mundo exterior, pero sin saber que el mundo podría ser tan cruel y despiadado, revelando secretos que ni ella misma sabía, además de que ella es la única salvación para la humanidad. Sacrificando su libert...
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Capítulo uno: El inicio del infierno. La caída de Shiganshina. Parte 1.
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AÑO 845, SHIGANSHINA.
En la sombra de aquel árbol sobre en aquella colina se encontraban dos niños descansando, gracias a las grandes hojas del árbol los tapaba de los grandes rayos de sol de aquella tarde, la castaña se encontraba dormida sobre las piernas del rubio, mientras que él, con una sonrisa en su rostro acariciaba sus cabellos castaños a pesar de ser unos niños de diez años, Armin sentía un interés amoroso hacia la hermana de su mejor amigo, le hacía sentir cosas inexplicables que por un día le preguntó a su abuelo del por qué Adalet le hacía sentir de esa manera. Y a lo que el mayor le dijo que eso se llaman sentimientos, noto como la oji color esmeralda comenzaba a moverse, sin embargo, noto pequeñas gotas de sudor en su frente, los sonidos de quejas que salían de su boca a lo que sumió que tenía una pesadilla. Antes de que Armin la pudiera despertar, ella abrió los ojos de golpe. Mostrando el hermoso color de sus ojos, para Armin los ojos de la Jaeger menor eran los más hermosos que haya visto en su vida, a pesar de que Eren tiene el mismo tono de color, para el rubio notaba que los de Adalet era con un toque de a un azul clarito, mientras que los de Eren era de un azul oscuro como la noche.
Gracias a que Adalet despertó soltando un ligero grito de miedo. Logró que una familia de pájaros salieran volando de aquel árbol gigante. En aquel sueño de la Jaeger, mostraba que las flores de color purpura se mancharon de sangre, mientras que uno de esos titanes aparecía de la misma manera abriendo la boca y al parecer comía a una persona. Lo primero que vi al despertar, fue a Arlert mirándola con preocupación.
—¿Qué? ¿Armin?
—Vámonos a casa.
—¿Por qué, por qué estamos aquí?
—Estabas tan dormida que ¿no lo recuerdas?
—No —Comentó mientras se incorporaba—, solo...siento como si hubiera dormido por mucho tiempo —Dijo viendo al rubio al momento que el ojiazul tomó aquel libro prohibido-. ¿Qué soñé? no recuerdo nada.
