Preludio

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There's nothing I wouldn't do
To hear your voice again
Sometimes I wanna call you
But I know you won't be there

No hay nada que no haría
para escuchar tu voz de nuevo
a veces quiero llamarte
pero sé que no estarás ahí

Christina Aguilera (Hurt)

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Siente como si el piano se derritiera bajo sus dedos, cada una de las notas que sale de él llora como si fuera el mismísimo llanto de su corazón. Suspira, pensando que es demasiado cliché y cursi, a pesar de ser exactamente como se siente.

El salón de música se siente inmenso a esas horas de la tarde cuando ya no queda nadie en los pasillos de la escuela. Ha sido un verano interesante.

— ¿Otra vez te quedas hasta tarde?

Izuku alza la cabeza de las partituras para ver a Katsuki recargado en el marco de la puerta, mirándolo con ojos inquirentes.

— Si — contesta, regresando los ojos a la partitura — quiero que esta pieza esté terminada antes de que empiecen las clases.

Lo escucha resoplar con fastidio pero no se va, sino que el sonido de sus pisadas hace llorar la madera del suelo. Cierra la puerta, Izuku ignora el sonido del pestillo que indica que lo ha encerrado juntos.

— Si que eres un estúpido nerd.

Él solo se ríe, quiere hacer de cuenta que la partitura frente a él es mucho más interesante que el sujeto que camina alrededor del salón de música; eso, hasta que escucha que se detiene y es cuando decide volver a ver qué hace Katsuki, solo para encontrarlo de pie frente a la ventana que da hacia la cancha de futbol.

— El verano va a terminar pronto — dice Katsuki sin dejar de ver hacia afuera.

— Lo sé — contesta quedito.

Ninguno de los dos quiere hablar del elefante en la habitación.

Izuku suspira mientras acomoda sus partituras, dejándolas a un lado. Ambos sabían que este día iba a llegar, ya habían tenido esa conversación desde antes, pero nada dolía tanto como enfrentar la misma realidad.

Katsuki se iría a la universidad en primavera mientras que él debía quedarse a terminar la preparatoria.

Había una beca deportiva con el nombre de Katsuki en una universidad al otro lado del país, tan lejos como para saber que cualquier intento de una relación a distancia fracasaría.

— Me voy a ir mañana por la tarde — vuelve a decir Katsuki, como si Izuku no hubiera estado contando los días desde que las vacaciones comenzaron, pidiéndole a todos los Dioses que conoce que detengan el tiempo.

— ¿Quieres ir a casa? — pregunta, pero solo obtiene un suspiro lastimero.

— No — dice finalmente —. Vamos a la casa del lago.

Izuku se muerde el labio inferior, no quiere llorar y quizá el dolor lo mantenga sobrio.

— Tu mamá va a estar furiosa si no llegamos a tu fiesta de despedida.

— Puede irse al demonio, Izuku.

Rápido cacha la lágrima que se ha escapado de sus ojos con el dorso de la mano, no quiere que Katsuki lo recuerde como este desastre mocoso antes de irse.

Me vuelven locoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora