Malditos

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"LA MALDAD SE LLEVA EN LA SANGRE"


Neftis aprovecho que ambos invitados cayeron rendidos en la oscuridad la noche, ella se metió en su mente. Como diosa de la noche y la oscuridad, los pensamientos más profundos también eran su terreno, nadie podía engañarla. Lo pudo hacer cuando quería pero decidió ir por el lado amable. De esta forma sabría si en verdad eran aliados o enemigos.  Aquel hombre de tierras lejanas; ninguno de sus secretos quedaron ocultos y tal como imaginaba era un hombre con gran ambición.

Después paso con su nueva compañera, Anat. Era una deidad joven, aprisionada en un hechizo de contención de sus poderes y de su memoria. No podrían contener su verdadera naturaleza, su hechizo estaba fragmentado, como era de esperarse solo faltaba un pequeño empujón para romperlo.  Al hacerlo las manos de Neftis se quemaron, pero solo fue un instante, al meterlas en agua fresca el calor se dejó de sentir. Después mandó criaturas que creo con sombras,  ella tenía sus propios aliados.

- Es posible que ella nos ataque o desconozca por eliminar el hechizo. Tenías razón, es como nosotros, tiene un gran poder.-  Le susurró a su esposo, quien estaba en un punto entre dormido y despierto. Solo escuchó, ya que su cansancio le impedía hacer más.

- Es la maldición de Isis la que te agota tanto, puedo verla. Te drena y si accedes a tus poderes completos te matará, por eso debemos ser cuidadosos.-  Le acariciaba el rostro, con dulzura. Los ojos rojos solo la veían.   Al final se abrazaron, se acurrucaron, él entre su pecho buscando refugio y ella como si quisiera protegerlo.

Llegó el amanecer y como el sol, Seth estaba de pie, mirando fijamente sus colores, sabiendo quién lo veía. Neftis llegó detrás, abrazándole por la espalda, ambos contemplaban el mismo horizonte. Y de pronto su paz fue interrumpida, Anat despertó, y con ello sufrió desorientación, atacó aquel hombre que vio desnudo abrazándose de ella.

- Cálmate, si me conoces. Intimamos anoche, junto con ... ¿ en donde están?-  Zeus recién despertaba, alterado y con una mujer que lo veía feroz. Ella atacó por reflejo y sin consideración. El estruendo hizo que acudieran los otros dioses. Se vio acorralada, y como un animal feroz se dispuso a atacar, pero fue la voz de Neftis  la tranquilizó.

Después todos tomaron un baño, para empezar a planear la guerra;  Neftis daba las rutas del palacio de Isis, Seth planeó como atacarian, las diviciones del ejército y sus tácticas. Conocía las habilidades de sus contrincantes y eso era una ventaja. Zeus escuchaba con atención y de igual manera propuso su ejército, envío sus  cartas para mantener informadas a sus tropas. Anat solo escuchaba atenta, y como una niña jugaba con sus habilidades. Tratando de conocerlas y controlarlas. De nuevo Seth se convirtió en su maestro de armas, junto con Neftis, quien le enseñaria a encontrar su propia magia.

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En esa plácida noche, las sombras cayeron sobre Egipto, pesadillas llegaron a las mentes de todos; humanos y dioses. El miedo a la guerra fue tal entre los mortales que comenzaron rituales y sacrificios para intentar apaciguar a los dioses guerreros; Sekhmet, Seth, Neftis, Sebek, Selkis y todo aquel dios que amenazara la paz y tranquilidad.

A la noche siguiente el terror apareció, el ganado no dejó dormir a la población, más al inicio del día los gritos fueron escuchados hasta por los dioses: la lluvia nocturna no había sido de agua, era de sangre. Esta había ensuciado las aguas del río, no había agua limpia para el consumo y todas las casa, campo y ganado había sido manchado. Isis intervinó para limpiar el agua y la ciudad.

La siguiente noche también hubo gritos: las ranas salieron de su hábitat, y aún en la mañana los humanos no podían realizar sus tareas, habia ranas por todos lados y por más que las corrían no se iban, desesperados optaron por matarlas, pero al hacer esto apestaron la ciudad, ni el fuego pudo eliminar el olor nauseabundo de putrefacción.

La Tierra de los CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora