Lo recuerdo a él, los matices naranjas de los faroles chochin y la insignificancia con la que abandonó el local. Había dejado atrás su placa de piloto, o al menos eso era lo que daba a entender el par de alas grabadas al reverso de las letras. Era de oro y se veía bien cuidada.
Llovía mucho por esas épocas; así que nadie —ni si quiera yo— intentó ir tras él. Todos debatimos qué hacer con ella: Ymir insistió en quedársela, pero cuando dijo que intentaría venderla se la arrebaté y decidí que la guardaría en caso de que el dueño volviera a aparecer. Hube de regresar a casa junto con Pieck y compartimos un paraguas prestado. Podría decirse que somos casi como hermanas; rentábamos juntas un cuarto pequeño en una zona mortífera de la ciudad. Y teníamos un pez dorado. Se llamaba FinFin, Pieck me había dejado ponerle nombre, a pesar de no saber con exactitud lo que significaba. Yo tampoco sabía, pero lo había oído alguna vez de la radio y me gustó.
Shinsekai era un distrito pobre. Colmado de gente pobre, con escenarios suficientemente pobres. Resulta algo gracioso su significado: Nuevo Mundo, aquel, el lugar más atrasado, antiguo, obsoleto y olvidado por todos. Aún así, supongo, representaba un hogar.
—Sigues viendo esa cosa —. La voz acusona de Pieck me sorprendió a altas horas de la noche. Había ido a devolver el paraguas a nuestros vecinos. —No has parado de darle vueltas desde que llegamos.
Estaba rendida, tumbada boca arriba y con la placa apuntando al techo. No entendía lo que significaba, sólo intuí que era —por sí no ha quedado claro— de un piloto.
—No entiendo lo que dice…
Ella se quitó los zapatos y se acomodó a mi lado, arropándonos a ambas con las sábanas viejas. Hacía mucho frío.
—Tiene una fecha aquí —. Sostuvo mi mano helada cerca de sus ojos. La poca luz que se colaba por la ventanilla era de mucha ayuda a todas horas del día, sin ella seguramente pareceríamos un par de topos que habita el subterráneo. —1977. ¿Qué significará?
—No lo sé. Que yo sepa no ocurrió nada importante ese año, ¿o sí?
—Quien sabe…
Pieck Finger era alguien que yo admiraba mucho. Cuando nos conocimos tuvimos ciertos roces al yo ser —según ella— demasiado confiada de las personas y solía decir que eso era un símbolo de vulnerabilidad. Escapó de su casa en Barcelona a los diecisiete años debido a que tuvo algunos problemas con su padre, no sé, la verdad es que eran pocos los detalles que daba al respecto. Contaba que trabajó dos años vigilando una caseta en Yokohama, pero que decidió salirse dado que el peligro y el acoso al que se sometía se volvieron intolerables. Fue después de ese periodo que nos conocimos. Por esas fechas ambas estábamos perdidas y en un inicio no nos llevamos bien. Pese a eso, nos volvimos amigas y el destino nos llevó a vivir juntas en un doya-gai.
Siendo un sitio al que comúnmente llegaban jornaleros, hombres sin familia o personas recién salidas de prisión, no tuvimos que presentar ningún documento que afianzara nuestra situación económica o nuestros ingresos y eso era perfecto.
Volviendo a esa noche; los faroles, el frío, la placa y la lluvia, hice prometer a Pieck que me avisaría si llegaba alguien a reclamar la placa, pues tenía muchas dudas al respecto y deseaba planteárselas a esa persona.
Cosa que así fue.
A la noche siguiente volvió a aparecer. Las ojeras que cargaba consigo denotaban que había pasado gran parte de la noche buscando ese pequeño objeto, también tenía una mirada que asustaba. Yo me encontraba en la parte trasera del local, me deshacía de algunos vegetales rancios y de las cabezas —y colas— de los pescados. Mi amiga me llamó desde la puerta, haciendo una seña que apuntaba el mostrador. Dijo que se encargaría de lo que yo estaba haciendo y me adentré al local lo más rápido posible.
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𝗢𝗻𝗲 𝗦𝗵𝗼𝘁𝘀 || 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧
Fanfiction【Levi Ackerman y Lectora】 ➢ Distintos escenarios protagonizados por Levi y female reader ➢Los personajes pertenecen al manga/anime de Hajime Isayama ______________________________ Inició el: 09/06/21 Publicada el: 20/06/21 Finalizó: ¿? Flor...