Capítulo 1

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Veracruz, México

Quince años después

Ring... Ring

Una mano golpeó al pequeño despertador, provocando un golpe seco al caer.

—¡Mierda!

Se levantó rápidamente para verificar que el pequeño reloj no estuviera dañado. Para su mala suerte, éste, estaba completamente destruido.

—¡Fátima! ¿Todo bien? —dijo alguien fuera de su habitación.

—Si Mar ¡Todo perfecto! —gritó desde adentro, tratando de esconder los pedazos de su despertador.

No sabía si su tía entraría, pero era mejor borrar cualquier evidencia, ya era su quinto despertador en un mes ¡Un mes! No podía darse el lujo de romper uno más, aunque ya no se podía hacer nada, sólo quedaba esconder los restos.

—¡Tía Mar! —corrigió—. Recuerda que soy mayor que tú —reclamó, aún sin entrar, Fátima agradecía eso.

—Recuerda tía que hoy cumplo dieciocho años ¡Ya soy mayor de edad! —habló un poco más tranquila, ya había podido esconder su desastre debajo de su cama ¡El lugar perfecto!

—Si, si, olvidaba que ya eres ¡Toda una adulta!

—¡Pues aunque te enojes! —dijo en tono burlesco.

Así era su relación de tía y sobrina, les encantaba molestarse.

—Ya levantate, ya es tarde.

—Pero apenas son las...

Miró su buró en busca de su despertador, pero obviamente no lo encontro, fue ahí cuando recordó la trágica muerte de éste.

—Bien, voy en unos minutos.

—Te esperamos en la cocina ¡Ah y te bañas!... —hizo una pausa, para después susurrar—. Puerca.

Aún así Fátima logro escucharla.

—¡No soy tú, tía!

—¡Ajá! Como sea ¡Y te apuras!

—¡Si, si!

Escuchó los pasos de su tía alejarse. Dió un gran suspiro para luego salir de su habitación y dirigirse al baño, su casa no era tan grande, era lo suficientemente espaciosa para que tres personas pudieran vivir ahí cómodamente, lo malo de ésto es que solo había un baño. Pero no era tan malo, no cuándo te acostumbrabas a eso.

Unos minutos después, ya lista se dirigió al comedor que estaba a un lado de la cocina, ahí estaban su tía y su abuela esperándola con un hermoso pastel de tres pisos, y dos velas ya encendidas en forma de un uno y ocho en la parte de arriba. Su abuela sabía de repostería, entonces supuso que ella misma lo había hecho.

—¡Feliz cumpleaños! —gritaron al unísono.

Sonrió cuando su abuela se acercó para darle un gran abrazo.

—Hice éste pastel especialmente para ti —dijo mientras se separaba del abrazo —. Es de tres leches ¡Tu favorito!

Y como supuso, su abuela había hecho el pastel, eso significaba que realmente estaba delicioso, porque todo lo que su abuela cocinaba era delicioso.

—Yo también ayudé —dijo su tía acercándose para darle un abrazo también.

—Mar, no creo que buscar los ingredientes en la alacena sea ayudar —dijo, aún siendo abrazada por su tía.

—¡Ah! Pero ayudé. —Le dio un pequeño golpe sin fuerza en la cabeza, para luego separase del abrazo.

—Si, claro.

Un Mar De Lágrimas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora