Capítulo 8

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—Hola Gael, buenos días ¿Qué tal? ¿Dónde andas?

—Hola Fátima, muy bien, estoy en mí oficina, en el bufete, ya sabes, ¡Hombre trabajador! ¿Y tu? —sonó desde el otro lado de la línea telefónica.

—En casa —dijo simple.

—Que bien.

—Si pues... cómo te había dicho, mi abuela está por cumplir años...

—¡Oh sí! —interrumpió—. Lo recuerdo, que por cierto es mañana ¿No?

—Si sí, por eso te llamaba, quiero que vengas a la fiesta que haré por su cumpleaños ¿Qué dices? ¿Puedes?

—¡Claro que sí! Le avisaré a Tamara, le encantará la idea.

—¡Genial! Te mando la hora y la ubicación por mensaje, y pues la fiesta es mañana obviamente.

—Bien.

—Entonces te dejo, hasta mañana.

—Hasta mañana, adiós.

Sonrió. Estaba feliz, ya había enviado las invitaciones, sólo faltaba que confirmaran su asistencia, no estaba tan preocupada por eso, sería sábado, así que era probable que asistieran, o por lo menos la mayoría. Y por otro lado también estaba feliz por qué ya todo estaba casi listo, sólo faltaba el atuendo que usarían, pero eso estaba solucionado ya que irían de comprás unas horas más tarde.

[...]

—Y bien ¿Que les parece éste? —dijo mostrando el lindo vestido color blanco con diseño de flores rojas.

—Mar, ya te había dicho que ése vestido no me convence —dijo Fátima mientras buscaba otro vestido.

—Pero a mi me gusta —miró su reflejo en el espejo.

—No, negativo —movió su cabeza de un lado al otro—. Mejor pruebate éste —le tendió un vestido color azul marino muy diferente al que ella traía, era uno que se pegaría más al cuerpo y no tenía ningún diseño extravagante.

—Pero ese no trae ningún diseño, y esté —señaló el vestido—. Si, estás flores son hermosas —dió una vuelta haciendo girar la parte baja del vestido.

—No lo se —hizo una mueca de disgusto.

—Pues a mi me gusta, están bonitas las flores —dijo su abuela metiendose en la pequeña discusión.

—¡Abuela! —se quejó.

—Deja que escoja lo que ella quiera, nosotras compramos el vestido que nos gustó —regaño.

—Si, pero Mar no tiene sentido de la moda —dijo para molestar a su tía.

—¡Oye! —fingió indignación—. Ahora me llevaré éste vestido —sonrió viéndose en el espejo.

—¡No! Matarás mis ojos —se tapó los ojos con ambas manos.

—Mensa.

—Ya ya, bromita ¿Si? —se acercó para abrazarla.

Después de discutir unos minutos más, Mar decidió llevarse el vestido escojido por su sobrina, le había parecido más elegante y perfecto para la ocasión, además de que Fátima había insistido demasiado.

Ahora estaban en un pequeño restaurante del centro comercial al que habían decidido ir para comprar algunas cosas faltantes para la fiesta, había hecho unas cuantas llamadas y ahora sólo les faltaban pequeños detalles que arreglar.

—¿Qué tal el cóctel? —preguntó Fátima a Mar.

—Delicioso —respondió sin quitar la mirada de su comida.

Un Mar De Lágrimas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora