~Capítulo 2~

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  Yo tenía diez años y pronto cumpliría los once, vivía con mis queridos padres que ya mencioné anteriormente, seguía en las clases de técnicas antiguas con los ancianos expertos y los chicos mayores, pero ahora tenia el hermano que mi madre tanto deseaba, aún eraa un Bebé, pero ya cumple con las expectativas de ella, sería un maestro experto en la espada elemental de fuego como mi padre.

  Eso no me afectaba mucho porque me gustaba ver un poco alegre a mi madre, aunque a veces era un poco más estricto que antes, también era indiferente cuando le expresaba mi cariño, eso me lastimaba mucho, ya que a pesar de todo yo la quería. demasiado.

  Ese mismo año llegaron unos piratas a la isla, se decía que el capitán de aquellos tipos grandes y raros era un hombre con escamas y aspecto similar al de un ser acuático, pero con una extraña aura de color azul verdoso, se hacia llamar "Mantarraya" . ",  ese nombre me aterrorizaría durante un largo tiempo. Llegaron a destruir todo, tenían una fuerza descomunal y median casi tres metros, los hombres de la isla intentaron pelear con ellos, la mayoría murieron y los que lograron sobrevivir quedaron muy mal heridos. Ya que al parecer esas auras que los envolvían debilitaban a los que entraran en contacto con ellas.

  Mi padre entre ellos, peleó y regresó muy herido, tal vez no había entrado demasiado en contacto con sus auras. Mi madre, mi hermano y yo nos habíamos resguardado en el Templo Central junto a otras familias; yo estaba aterrada porque de camino ahí observe a aquellas personas que trataron de salvarse o de salvar a sus seres queridos, ensangrentados o aplastados por alguna construcción, casas quemándose y casi en total ruina, eran imágenes impactantes para una niña de esa edad. Pero todo apenas empezaba, los hombres que lograron regresar estaban muy heridos algunos al borde de la muerte, mi padre entre ellos. Aquel hombre de cabellos azules que tanto amaba, se acercó a nosotros y nos estrujó. 

  Él nos sonrío con la cara ensangrentada y con una expresión de cansancio, nos dijo <<los amo demasiado... si es que no se los dije con tanta frecuencia como me hubiera gustado>>, en ese momento, entran los hombres de un aspecto similar al de un pez envuelto en una luz azul verdosa, destruyendo todo a su paso, tomaban a las personas entre sus grandes manos con membranas y los estrujaban hasta hacerlos sangrar, uno de esos horribles tipos se acercó a nosotros y tomó a mi padre , su cuerpo se estremeció y luego se desmayó producto de la debilitante aura de ese ser horrendo, lo lanzó contra el suelo y después lo aplastó con su gigantesco pie. Yo estaba con el corazón destrozado, no podía llorar, sólo me acerqué a él (o lo que quedaba de él), pero era más que evidente que estaba muerto.

  Aquel tipo al ver mi expresión de dolor, tomó a mi madre que trató por unos segundos de defenderse con débiles puñetazos que tal vez ni siquiera cosquillas le causó, mi madre me miró y dijo algo entre susurros que no logré entender, después ella ya estaba debilitada por esa aura, solo la aplastó de un puñetazo contra el suelo. Ahora de mis ojos brotaban lágrimas, miré a mi hermanito que ahora lloraba inconsolable al quedar solo en el suelo, me acerqué a aquel bebé que se miraba frágil entre toda la destrucción y lo tomé entre mis brazos, el hombre con escamas me miró de una forma despiadada, yo me alejé un poco arrastrándome torpemente sin dejar de mirarlo, su aura intensificaba su brillo, lanzó una gran carcajada y dijo <<¿sabes por qué no te maté junto con tu despreciable familia?... porque escuché que tú eres...un poco menos miserable que todos ellos...¿sabes a que me refiero, pequeño demonio?>>. Yo me quedé sorprendida. Algo debió escuchar sobre mi potencial de algún anciano experto, solo lo miré un poco asustada, ya no con la mirada de dolor, después me dijo <<bueno... por tu expresión veo que comprendes a que me refiero... si es que es verdad y que quieres salvar a tu despreciable hermano... enfréntate a mí... insignificante demonio>>, no sabía que decir, solo me alejé con aquel tierno bebé en mis brazos e hice un débil escudo de piedra (a mí no me habían enseñado a pelear con tipos como esos), que el hombre con membranas en las manos no tardo en destruir de una patada, haciendo que saliéramos mal heridos del golpe.

Oscuridad inmensaWhere stories live. Discover now