Frío.
El mundo era frío.
Era un lugar donde se generaba sufrimiento desde hace muchísimo tiempo atrás. Desde los primeros humanos hasta la actualidad. Han habido varias técnicas de tortura y sufrimiento que hoy en día ya no se ven, ya no son tan común y todos deberíamos agradecer eso. Pero, ¿por qué la gente se sigue quejando de cosas tan insignificantes y dicen que duele más una ruptura amorosa que un balazo?
Ridículos. Totalmente ridículos.
¿Acaso siquiera habían presenciado un balazo? Yo sí. Una vez cuando estaba en secundaria, un hombre desconocido fue hasta la escuela y empezó una balacera sin razón. Hirió a muchos y mató a otros. Desgraciadamente, un tiro en mi hombro no fue lo suficiente para matarme. ¿Dolió? Por supuesto que dolió. Pero lo que me duele más, es que mi país sea tan corrupto que aprueben este tipo de cosas.
Toda mi vida la he pasado muy mal conmigo misma. Vi a mi madre morir a causa de mi hermano mayor y mi padre no hizo nada. Ella no era una buena madre, pero tampoco había hecho cosas tan malas como para merecer la muerte. No le lloré, pues gastar lágrimas en ella sería como cortarme un dedo sin razón. Algo insignificante y sin coherencia. Asimismo, pensé que vivir sin ella sería lo mejor, y lo fue en cierto punto; ya no recibiría regaños por cosas tontas ni tendría que obedecer. Pero, ¿por qué me seguía sintiendo una mierda?
Sequé las lágrimas que habían salido sin que yo se los pidiera. Tenía tanta agua acumulada que no se podía quedar adentro, pero ¿por qué salía por los ojos y no por otro lado? ¿Por qué tenía que arruinarme el maquillaje que había tardado tanto en hacer?
Suspiré con frustración y saqué un pequeño espejo de mi bolsa, mirándome y limpiándome con una toallita húmeda el rímel corrido. Odiaba llorar y por esa razón no lo hacía, aunque habían veces como esta que salían sin previo aviso. Llorar era para gente débil. Gente que no sabía qué hacer con su vida y pensaban que llorando se solucionarían sus problemas. Dios, ¿hasta cuándo tenían que entender eso? Siempre fui una persona dura y realista, y bajar de las nubes a las personas era mi especialidad. Alguien tenía que decirles la verdad.
—Te fui infiel.
Todo el mundo lo es en cierto modo. Él creía que mi corazón se sentiría herido por esa declaración. Pero no. Yo soy una persona sin sentimientos que no siente ni siquiera amor propio, y ¿él creía que me lastimó? Ja, que buen chiste.
Las relaciones amorosas son algo en lo que debería de sentirte feliz, sentirte amado y muchas personas solteras pensaban de esa forma. Al principio mi relación con él fue buena, fue "bonita" como muchos dicen. Al menos él ponía de su parte, porque yo no tenía nada de experiencia en relaciones amorosas. Era tan distante e indiferente que esperaba que me engañara con alguien más, pero no pensé que me lo fuera a confesar.
Normalmente, cuando los hombres engañan a sus parejas lo ocultan y fingen que nada pasó. Pero él era diferente. Él sí fue un hombre de verdad y me lo confesó. Probablemente me arrepienta o lo niegue después, pero esas simples tres palabras me habían hecho sentir mal.
Sólo un poquito, diminuto, casi inexistente.
—Al menos tienes el valor de decírmelo.
Sonreí y crucé los brazos, mirando hacia el frente en un punto fijo sin ver nada realmente. Las relaciones amorosas se supone que deben de hacerse porque se gustan. A mí me gustaba, pero no tanto como iniciar una relación. Él decía que me amaba; me regalaba cosas y decía cosas que eran dignas de decir "aquí es". Pero, ¿cómo explicas que hace unos momentos dijo que me fue infiel?
—Lo siento.
—No lo hagas— hablé enseguida, poniéndome de pie—. Es molesto.
Si me iba a engañar, ¿por qué diablos pedía perdón? Estaba bien que sienta atracción hacia otra persona y que tuviera los huevos para decírmelo, pero, ¿por qué mierda se disculpaba? Esa palabra ya me estaba hartando. Yo no necesitaba el perdón, el perdón me necesitaba a mí.
Antes de que Lucio dijera algo más, caminé a paso apresurado hacia donde mis pies me llevaran. No estaba molesta ni triste, era algo que esperaba por no darle el cariño que merece. Y es que no solamente había sido él; hubieron otros tres que me hicieron lo mismo, solamente no tuvieron las agallas para decirlo y en eso Lucio era el primero.
Yo lo sentía más por no poder dar amor. No recibí lo suficiente como para devolverlo, así que eso no era mi culpa. Toda mi vida había vivido sola, tenía a mi padre y mi hermano, pero eso no significaba que estuvieran para mí. Mi hermano es un maldito asesino y mi padre era un alcohólico agresivo que estuvo a punto de matarme una vez. Me ahorcó con esas manos sucias y tocó mi cuerpo cuando tenía doce años. Todavía lo recuerdo perfectamente y me daba repudio de tan solo hacerlo. Y mi difunta madre tampoco me trató bien; no me hizo nada malo, pero pasaba de mí como si no existiera, como si en verdad no fuera nadie importante. Un fantasma.
Por eso intenté buscar amor. Tuve cuatro novios y ninguno me pudo dar lo que yo buscaba. Aunque pensándolo bien, Lucio sí lo hizo, dio mucho amor que yo no sabía cómo devolverle. Lo lastimé inconscientemente y tal vez me arrepiento, pero nunca lo diré en voz alta.
Ahora mismo supongo que me tengo que rendir, porque buscar a otro chico sinceramente me daba mucha flojera. Tendría que empezar una amistad, luego una confesión y de ahí dependía si se formaba la relación o no y yo no estaba dispuesta a esperar. Asimismo, lo más fiable era que me quedara sola, como en toda mi niñez hasta ahora.
En conclusión, y en pocas palabras, el amor no era para mí.