Capítulo 7

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Sus ojos dieron vueltas por la tina y agarró algo de espuma con la mano y miró hacia la nada...

Sabía lo que pasaba, estaba avergonzado, las palabras no podían salir de su boca mientras hacía un conteo de lo que sucedió; lamer mis pies, ser escupido por mí. Lamí y mordí sus pezones, rasguñé y golpee su pecho, lo atraganté y extangulé mientras decía una y otra vez que era un pervertido estúpido...sin dudas habrá sido un golpe duro, pero no podía, ni debía quedarme con la información de qué fue lo que más le gustó.

No quise entrar a la tina desnuda, asique tomé un bikini acharolado negro pequeño, no era tanga, y en el pecho tenía un aro. Até mí pelo en un rodete y me sumergí con él.

-¿Y bien guapo?

-Mhh...

-¿Tenés una idea de qué te gustó más o solo querés omitir lo que sucedió? Aunque, por experiencia creo que será más placentero para vos decirme qué te pareció, ¿Te gustó?

Sonrío, y sus cejas frondosas - pero bien perfiladas -  castañas rubias se arquearon, mientras dejó ver sus dientes blancos.

Sus labios rosados, brillantes y sin una razgadura se veían tan suaves.

Me acerqué a él, miró mí cuerpo en bikini y fue de arriba hacia abajo.

Posé mí dedo índice sobre su labio inferior, me acerqué y lo besé.

Nuestros labios se unieron con fuerza, nuestras lenguas bailaban juntas, la suya solo respondía y se sincronizaba con la mía. Arriba, abajo, a un lado. Sentía el jugo de limón entre ellas. No podía alejarme, tan suave, tan caliente, tan íntimo. Para soltarlo mordí suave su labio inferior y aún cerca de su rostro, lo miré fijo. Sabía que buscaba la respuesta a la pregunta.

Tomó aire y respondió.

-La verdad es que estoy un poco confundido, es decir me...me gustó atragantarme, con con tus manos al rededor de mí cuello, creo que es algo así como asfixia erótica ¿No?

-Asíque...te gusta que te falte el aire supongo, ya que el jugo también estaba atragantandote ¿no es cierto?

Es como si no lo hubiera pensado antes, sus mejillas se pusieron rojas. Asintió.

Sonreí.

Acaricié su pelo mojado. Comencé por su cuello, choqué mí pecho al suyo, y mis dedos enmarcaron la curva de su cuello hasta llegar a su clavícula, me acerque a ella y la besé suave. Enjugagué mis manos con jabón mientras quitaba el jabón de su pecho.

Una vez limpio volví a repetir las caricias. Una mano en su cuello y la otra en su pelo, la deslicé por su rostro, toqué sus mejillas, sus ojos tenían tanta curiosidad, pero también querían decir algo más "Hacelo".
No estoy segura de que él supiera lo que yo estaba pensando, pero de algún modo estaba suplicando porque lo hiciera. Él sin saber siquiera que era lo que yo quería hacer, estaba una vez más, cediendome por completo el poder.

"Hacelo"

Pestañeaba lentamente, sus pestañas mojadas se volvían más oscuras y se pegaban unas a otras, mientras que las gotas de agua se acumulaban en ellas.
Posé mi mano para sacudirlas, pero la extendí para tapar sus ojos, entreabrió sus hermosos labios y lo hice.

"Hacelo"

Con una mano cubriendo sus ojos, dirigí la otra hacia su boca. Acerqué el dedo índice y lo introduje.

-¡Chupalo! - le ordené.

Lo hizo.

Lo saqué y metí dos dedos, volvió a chuparlos, como si tratará de un chupetín estilo "pico dulce".

Los ruidos de él chupando mis dedos eran tan calientes. Los saqué con fuerza de entre sus labios.

Acerqué tres dedos hacia su rostro, tocando su labio inferior, pero no los metí. Él, con sus ojos tapados podía sentir mí cercanía y tacto, entonces dirigió su rostro en búsqueda de ellos...

Sonreía, mordía sus labios, quería seguir saboreandome, pero yo no quería solo eso y siguiendo la voz en mí cabeza que decía "Hacelo", le ordené que extendiera la lengua hacia afuera, lo hizo, que abriera la boca, también lo hizo.

Entonces primero metí un dedo, lo chupo, lo saqué y metí dos, volvió a envolverme con su calor, su lengua estaba tan impaciente, húmeda y suave. Quité los dos dedos, con fuerza, y lo abofetee. Gimió y cuando abrió su boca metí tres dedos.

"Chupalos como la puta que sos", le ordené.

Lo hizo, aún cuando su boca quedaba pequeña para comerme.
Los saqué, y volví a meterlos, con más fuerza.

Comenzaba a atragantarse, primero un poco, ya que le dejaba volver a tomar aire, pero luego de la segunda vez, como sacaba y medía mis dedos con fuerza, comenzó a intentar respirar al tiempo que gemía.

Quitaba mis dedos de él y con la misma mano lo abofeteaba, la saliva ya estaba en todo su rostro, su pecho se ponía rojo al igual que sus orejas y su pecho iba de arriba hacia abajo.

Metí mis dedos hasta su garganta dejandolo si aire. Las arcadas retumbaban en todo el ambiente y debajo de mis dedos que cubrían sus ojos pude sentir el calor de las lagrimas que brotaban de sus ojos.

Me aparté y reí, él, con los ojos mojados y con un hilo de saliva que iba desde su boca, caía en su pecho y finalizaba en el agua de la tina, solo dijo "Gracias Mistress, gracias por hacerlo".

SometiéndoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora