Capítulo 4

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Alianzas

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Si era invisible ante la mirada de los ángeles y arcángeles, cambiar su apariencia no sería necesario. Al caminar entre ellos se dio cuenta. Su corazón se aceleraba cada que pensaba en volverlo a ver.

Muy en el fondo sabía que ilusionarse estaba mal. Si Azirafel había hecho esto era por una buena razón.

—Espere. Señor Crowley espere

—No tenemos tiempo ángel

Crowley sabía dónde estaba. En algún momento él también estuvo ahí.

El lugar le causaba cierta nostalgia, pero no de la buena, recordar estos pasillos fríos con música instrumental de fondo y un aroma a desinfectante le causaba un nudo en el estómago. Parecía más un hospital que una "oficina".

Llegó a las oficinas de los altos mandos. Su corazón se aceleraba cada vez más.

—Sí por favor, pide el informe de la embajada de Suiza y Escocia, es vital tener todos los informes— sintió que el alma se le salió del cuerpo cuando escuchó la voz de su ángel. Venía caminando con otro par de ángeles, estaba muy concentrado en lo que tenía que hacer, se veía tan atareado y abrumado.

—Ángel— dijo Crowley en un murmuro bastante doloroso.

Azirafel levantó la mirada, el azul de sus ojos había sido remplazando por un color violeta brillante. Donde había una mirada calida, un par de ojos indefinibles, ojos grandes, como el cielo y el mar, ya no había nada, era una mirada vacía y sin chispa. Aún recordaba cuando él entraba a la habitación y sus miradas se cruzaban, sus ojos brillaban aún más.

Pero a donde Azirafel veía ya no había nada, era solo un espacio vacío. Solo una voz en el aire.

Uno de los ángeles abrió la puerta de la oficina y desaparecieron tras cerrar. Crowley se quedó parado frente a la puerta, posó su mano sobre la perilla. Estaba temblando, y aunque su cuerpo no necesitaba oxígeno, sentía que morirá a falta de aire. Giró la perilla y abrió la puerta dejando ver a Azirafel, reía como solía hacerlo, la escena pasó frente a sus ojos en cámara lenta. Estaba en el umbral de la puerta mientras observaba a su ángel bromeando y comportarse tontaino con los demás a su alrededor, se veía feliz.

E igual como con todos, Azirafel no podía verlo. Eso lo decepcionó. Retrocedió unos pasos y la puerta se cerró como por arte de magia.

—Yo, solo tengo una pregunta— dijo sabiendo que Muriel estaba detrás de él. —¿Por qué tu si puedes verme?

—Porque yo tengo que cuidarlo. Es mi deber

Crowley no quería saber más. Indagar iba a terminar de hacerlo polvo.

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Al volver a la cabaña pensó en sentarse en el sofá y embriagarse, en lugar de eso acompañó a Muriel al Soho, iba a entregar reportes. Él la esperó en el café de Nina, estaba sentado esperando, del otro lado de la calle estaba Muriel conversando con un par de ángeles de nivel superior. Recuerda cuando Azirafel tenía que hacer eso, usualmente no avanzaba en nada de lo que le pedían y con mucho mentía.

—Crowley. Tiene tiempo que no te veo, ¿y el señor Fell?

—Hola Nina— responde evadiendo su pregunta.

—Okey...¿Te sirvo algo?— Crowley voltea la cabeza para mirarla a los ojos haciéndole saber por solo ese movimiento lo que quería.

—Entiendo, seis medidas de expreso bien calientes, ¿los quieres a grados ebullición?

Elígeme a mi {Aziracrow}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora