Capítulo 16. Su verdadera imagen

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Una vez el caballero llegó a esa habitación compartida pudo ver al niño acostado en su cama mientras miraba el techo, mientras que el Príncipe estaba leyendo el único libro que trajo consigo. Los carentes se encontraban durmiendo en posición fetal, como si tuvieran la misión secundaria de ocupar el menor espacio posible.

—¿Está muy ocupado, su Alteza? Estaba pensando en que podría decirme la ropa que piensa vestir los próximos días, para prepararla adecuadamente. Nos permitieron usar el lavadero, así que deberíamos aprovechar.

—Despertaré a Perla y Gale, ellos lo harán —respondió sin levantar su mirada de las hojas amarillentas del libro—. Yo no sé pasar desapercibido, así que no me molestaría que usted lo eligiera, seguro eso será lo mejor.

—Que bellas palabras para decir que no deseas hacerlo —comentó Alistair y comenzó a revisar entre el equipaje parcialmente húmedo.

—Bueno, mi estimado caballero, usted siempre ha criticado cómo me visto. Siempre dijo que no elijo cosas apropiadas para mi posición.

—De hecho, eso quiere decir que por primera vez puedes seleccionar algo sin que yo me tenga que preocupar por lo que opinen los demás. Usted siempre buscaba ropa muy simple, que no reflejan su categoría, así que es la ocasión perfecta. Nadie notará que usted es el Príncipe si es usted quien elige su vestimenta.

Leander sabía que Alistair estaba tomándole el pelo, pero no dejó de sentirse irritado por sus palabras. Dejó a un lado su lectura y comenzó a buscar algo qué ponerse el día siguiente. No tardó mucho en elegir una camisa de manga de tres cuartos oscura con detalles dorados en el cuello junto a un pantalón cualquiera; el color de sus medias no le importaron, de todos modos, como la mayoría de las personas prefería usar botas altas.

—Con esto basta... Aunque sí necesitaré más cosas para tapar mi cabello...

—De hecho, ya me adelanté, compré un par de capas para usted; aunque estas no son tan resistentes a la lluvia.

—Gracias, era de esperarse que no consiguieras, este no parece ser un sitio donde vendan cosas de alta calidad. Se considera un lugar de paso.

Casey dejó de mirar la madera del techo para fijarse en ambos jóvenes, una relación basada en servidumbre era un poco extraña, pero parecía funcionar de alguna manera. Era evidente que Alistair intentaba ser una compañía cómoda para el Príncipe, mientras no descuidaba sus labores. Y Leander iba de un lado a otro, unas veces parecía que gustaba de poner a trabajar al caballero, mientras que en otras oportunidades señalaba que eso lo podían hacer esas "personas" extrañas que no eran más que cuerpos vivos pese a no tener alma.

Al pensar en sí mismo reflexionó un poco, no tenía la sensación de verse envuelto en un vínculo en donde fuese un sirviente, y mucho menos un amo. Era ajeno a esos escenarios de nobles y miembros de la realeza, pertenecía a los plebeyos, incluso a una categoría inferior de la misma. Al menos en ese aspecto tal vez tenía cierta libertad, como si no tuviera ese tipo de atadura; aunque en cambio tenía esa carga que lo estaba aplastando.

Horas antes los pensamientos y corazonadas aparecían de vez en cuando. Un sentimiento de culpa, e incluso asco ante su propia imagen. Una posibilidad de ser una molestia para quienes lo rodeaban, una sensación de que solo debía callar para no estorbar de alguna manera el desarrollo del potencial de terceros. Viendo a Leander sentía algo de culpa porque estaba seguro de que su presencia había entorpecido el tiempo que este pudo tener con su único amigo, pero tampoco deseaba hacerse a un lado. No es que se aferrara a Alistair esperando que fuera su salvador, sino que le gustaba sentir que su trato aliviaba una herida que no comprendía del todo. Disfrutaba la idea de recibir amor de sobra, no simples migajas. Desconocía si era egoísmo, o solo buscaba aliviar una necesidad básica, resultaba que, ya que había vuelto a sentirse querido por alguien no quería hacerse a un lado.

DesvanecimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora