Capítulo O2

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—Hola, Setsuko —Su mano despeinó su cabello con cariño mientras ambos sonreían—. Qué gusto verte de nuevo.

—Nos vimos hace dos días —La chica se ríe mientras lo invita a pasar haciéndose a un lado y algo dentro de Casey le hace sentir alivio porque no se abalanzó a abrazarlo como es su costumbre, aunque le pareció extraño.

—Sí pero no se sabe si te puedo dejar de ver, por eso siempre será un gusto verte nuevamente —La voz de Casey se vuelve un chillido de dolor al ser atacado por una punzada de dolor en su abdomen, lo cuál intenta disimular con una mueca. Se dio la vuelta para cerrar la puerta y así terminar de sufrir en silencio, dando gracias mentalmente de que Setsuko no se hubiese dado cuenta, pues ella se dirigió a la cocina en cuánto dejó a su amigo en la pequeña sala de estar.

     Jones no estaba seguro de poder mantener esa farsa por mucho tiempo a pesar de llevar una hora o más desde el incidente con Baxter, al menos debía intentarlo hasta que los hematomas estuvieran por desaparecer y eso posiblemente sería en días o semanas.

—¿Cenaste algo? —La cabellera gris se asoma por la cocina esperando la respuesta del chico.

—Aún no —Responde en voz alta intentando disimular su desesperación por comer. Ser un justiciero da muchísima hambre y para un chico como Casey tres veces al día no es suficiente para comer, a veces a su propia madre le sorprende cómo puede estar tan delgado después de comer como si se tratara del equipo de hockey completo.

—En unos minutos estará lista la cena.

     Casey hace un sonidito de afirmación y se sienta en el sofá mientras observa la sala de estar ya que siempre hay algo nuevo. Le resulta linda la creatividad que tenía Setsuko para hacer manualidades, sin embargo, lo que parece gustarle más a la joven es tomar fotografías. Cada vez que Jones va a su departamento hay fotos nuevas y eso le agradaba, le trae una sensación de familiaridad que le causa nostalgia y alegría al mismo tiempo.

     El propósito de las fotografías es plasmar momentos en el tiempo que tal vez sean difíciles de revivir nuevamente. El mismo momento, las mismas personas, la misma sensación nunca pueden replicarse del mismo modo y eso es algo que Setsuko sentía cada vez que miraba fotografías de sus padres; pequeños instantes que no volverán nunca, solo el eco de las risas y sus voces atrapados en las paredes de su memoria, sucesos que quisiera reproducir una y otra vez para que el hueco en su corazón no sea tan grande.

     Una sola ocasión habló de ese tema con él, y por eso nunca se ha negado a que le tome fotos cada vez que quiera. Si ella es feliz con eso entonces ¿quién es Casey para impedirle aquello?

     La mesa de centro se encontraba llena de fotografías desperdigadas por toda la superficie, Casey nota que algunas son recientes y otras de cuándo Setsuko llegó a Nueva York y le dio la bienvenida a la ciudad, hacía unos dos o tres meses.

—¿Sabes? Aún no termino de desempacar —Su dulce voz lo saca de sus cavilaciones y voltea hacia la cocina, viéndola parada en el marco de la puerta con los brazos cruzados. Aquella imagen le parece linda porque en sí Setsuko irradia belleza, lo cuál le hace pensar un momento como ella: si tuviera una cámara a la mano sin duda le tomaría una fotografía en la que pudiera resaltar la manera en que su corta cabellera adorna sus hombros, o cómo sus finas cejas enmarcan sus grandes y oceánicos orbes...

     El pelinegro niega con la cabeza al sentirse ensimismado mirando a su amiga, y lo que sintió como minutos más bien fueron un par de segundos en los que demoró en responder. Ese es otro agradable detalle de la chica: podías quedarte mirándola y su presencia te haría sentir tan cómodo que no notarías la existencia del tiempo.

𝐖𝐡𝐚𝐭 𝐰𝐚𝐬 𝐈 𝐦𝐚𝐝𝐞 𝐟𝐨𝐫? | 𝑹𝒂𝒑𝒉𝒂𝒆𝒍 𝑯𝒂𝒎𝒂𝒕𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora