🍃┊Capítulo 32

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Jimin salió rápido del hotel dejando a
Jungkook y a su cachorro solos, no
quería eso, pero tenía que hacerlo.
Fue hasta su auto y comenzó su ruta.

En el camino pensaba en su progenitor,
no entendía el por qué de tirar todo
lo que había en su oficina y tampoco
sabía si había un por qué. Tampoco
quería saberlo a decir verdad, pero
era su oficina y merecía mínimo una
explicación, aunque le daba miedo
preguntarle, su padre en estado de
enojo no es muy bueno que digamos.
Aparco el coche y entró por la ya
conocida puerta de cristal, Jennie lo
esperaba en un costado y su cara fue
de alivio al verlo, lo que ella no sabía
es que ni el mismo podría calmar a su
padre.

-¡Jimin! Que bueno que estas aquí-
dijo con un suspiro de esperanza al final
de la oración.

-¿Que pasó, Jennie?-preguntó el de
ojimiel.

-No lo sé, tu padre solo vino con mala
cara, entró a tu oficina y comenzó
a gritar. Luego se escucharon como
vidrios se rompían y como su voz se
elevaba más y más.

No quería entrar allí, no quería tener
que calmarlo.

-Veré que puedo hacer-dijo antes de
perderse en uno de los pasillos que
hacían que llegara a la oficina.

Caminó sin prisa y con algo de
miedo tal vez, no le gustaba cuando
levantaba la voz, no le gustaba cuando
se enojaba. No le gustaba porque de
alguna manera le hacían recordar
cuando los gritos eran dirigidos hacia
su persona o cuando discutía con su
madre.

-No se cuantas veces más vamos a
discutir por lo mismo-dijo una Migyung
cansada de la misma situación desde
que Jimin tenía dos años.

-Lo vamos a discutir las veces que
sean necesarias, no voy a tolerar que
un omega hombre viva en esta casa.

-¡Antes que omega hombre es tu hijo!-
dijo ya frustrada por todo.

-¡Tengo una reputación que cuidar por
si no lo olvidas!

-¡Me importa una mierda tu
reputación, es mi hijo y no lo vas a
echar!

-¡Sabes que no tienes opinión aquí,
Migyung, yo soy el alfa y yo decido.
Tú solo eres una insignificante omega
que tiene que aceptar mis reglas! ¡Entiende por una puta vez!-dijo y se
fue de la sala.

Ella sabía que tenía razón, lo sabía
muy bien. Jeonjin era su amo y ella una
pobre esclava que tenía que seguir sus
condiciones y eso dolía porque ella
amaba a ese alfa, realmente lo amaba
y daría todo por él, pero sabe muy bien
que él no daría ni la cuarta parte de lo
que ella da. No quería que su hijo se
vaya de la casa si era omega, pero no
tenía ni voz, ni voto en ese asunto.

Jimin, por otra parte, escuchaba todo
desde su habitación, las lágrimas
salían como cataratas y sus ojos
estaban hinchados de tanto llorar.
Se preguntaba por qué ser un omega
hombre era tan malo, pero la pregunta
que más dolía era el por qué su papá
no lo quería. Era doloroso querer jugar
a las muñecas con él y que lo mirará
con enojo, le dolía cuando lo obligaba
a jugar al fútbol cuando sabía que no le
gustaba, era doloroso saber que si era
omega tendría que irse de la casa y lo
más triste era que tenía ocho años y ya
estaba pensando en eso.

Quería ser omega, le encantaría ser
omega. Es que ellos eran tan dulces y
tiernos que se sentía cómodo como
uno de ellos, quería cocinar todo el
día y mostrarle a su alfa los pasteles
que había horneado, quería recibir
mimos todo el día, quería vestirse de
colores pasteles y pintarse las uñas sin
ser juzgado. Jimin quería eso, pero si
tenía aquello significaba que su familia
lo dejaría de lado y no le agradaba esa
parte.

park 𓍢 ִֶָ  jikook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora